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viernes, 30 de diciembre de 2011

Y TODAVÍA LOS SEGUIMOS APOYANDO EN LAS URNAS. ..Entre el diablo y escoja


Aporte: Jorge U. Castaño

Juan Gossaín cuenta, indignado, cómo se pudrió la comida y cómo se vio perjudicado un pueblo.

Excúsenme si parezco furioso: lo estoy. Esperé una semana antes de sentarme a escribir, pero no se me pasa. El crimen que se ha cometido clama justicia al cielo. Voy a contarles la historia.
San Estanislao de Kotska, con su nombre de santo polaco, es un pueblo de 15.000 habitantes, en el departamento de Bolívar, situado apenas a 40 kilómetros de Cartagena. Por allí se le conoce simplemente como Arenal.

En la víspera de Nochebuena murieron dos niños, uno, de 2 años, en Arenal, y el otro, de 7 meses, en Soplaviento, la aldea de músicos que le queda al frente.

Estaban recogidos con sus familias en albergues para damnificados del invierno. Los dictámenes médicos fueron iguales en ambos casos: muerte por desnutrición. Los aguaceros de los últimos años han ocasionado tantos estragos en las riberas del canal del Dique que ya no hay comida. Un sacerdote amigo mío vio a una madre con sus hijos almorzando las hojas que arrancaban de un palo de limón a la salida de Calamar.

Ese mismo día, mientras los vecinos piadosos recogían dinero en la calle para enterrar a los niños, en una bodega de la zona industrial de Cartagena tuvieron que destruir 12.000 raciones de comida que la Gobernación de Bolívar había comprado hace cuatro años, para socorrer a las víctimas del invierno, pero que acabaron pudriéndose en un depósito.

No eran solo alimentos. En las cajas también había varias medicinas, entre ellas suero glucosado para rehidratar a los hambrientos. Es probable que con un par de esas botellas los dos niños se hubieran salvado. Sigo pensando en ellos hoy, que es día de los Santos Inocentes.

Historia de un crimen 

Todo empezó en el año 2007. El implacable invierno, que desde entonces venía rugiendo como un perro hambriento del sur de Bolívar hacia el norte, había cobrado ya sus primeras víctimas: ranchos destruidos, cosechas perdidas, gallinas y cerdos que flotaban en las corrientes. Las romerías de indigentes, con un pedazo de colchón al hombro y las criaturas en brazos, se
desplazaban de pueblo en pueblo, mendigando cobijo y pan.

El gobernador Libardo Simancas, que estaba a punto de dejar su cargo para ser investigado por vínculos con la parapolítica, ordenó que se compraran 12.000 mercados a unos licitantes de víveres que los cotizaron por 4.000 millones de pesos.

Joaco Berrío, el nuevo gobernante, acusó a su antecesor de haber hecho una compra amañada y sin los requisitos que exige la ley. Según declaró públicamente, temía que al repartir esos alimentos lo metieran en la cárcel. En aquella ocasión le dije por radio que es mejor terminar preso por repartir comida que por dejarla pudrir.
Prefirió ordenar que almacenaran los mercaditos en una bodega contratada mientras se adelantaba una "investigación exhaustiva" que no llegó a ninguna parte. (Malditas sean las investigaciones exhaustivas en Colombia. Todavía no hemos podido saber quién asesinó al mariscal Sucre ni quién ordenó que mataran a Gaitán.)

A Berrío lo destituyó la Procuraduría por otras razones. Llegó un tercero, Jorge Mendoza, tan fugaz que ni tuvo tiempo de averiguar dónde diablos era que estaba guardada la comida.

En el 2010 convocaron a votaciones atípicas para que alguien gobernara los nueve meses que hacían falta. Solo participó el 10 por ciento de los ciudadanos. Apareció Alberto Bernal, el cuarto mandatario, y, según él mismo ha dicho, desde el día de su posesión ya los mercaditos estaban dañados.

En esos cuatro años, cada invierno fue más grave que el anterior.
Los damnificados se multiplicaron. Eran, como siempre, los más indefensos y desprotegidos. Uno puede comprobar en las calles coloniales de Cartagena que los desplazados por el agua ya no piden dinero. Ni siquiera piden una sábana. Ellos mismos dicen que se conforman con una lata de leche en polvo o unos cubitos para hacer sopa.

Pasó el tiempo. Llovían las explicaciones legales, hubo una inundación de incisos y parágrafos, cayó un diluvio de intrigas, metieron sus manos diputados y concejales, y así, entre martingalas de leguleyos y bellaquerías de políticos, la bodega terminó por convertirse en un pudridero.

La ira de Dios

Los vecinos del depósito empezaron a quejarse. Los olores apestaban. 12.000 cajas de comida para seres humanos se habían convertido en un banquete de ratas y en basurero de cucarachas.

Hasta que la semana pasada un grupo de especialistas decidió que se procediera a destruir los mercaditos con candela porque eran un peligro para la salud pública. Yo no sé cuál de todos esos gobernadores es el culpable, o si lo son todos, porque cada uno cuenta un cuento distinto y cada quien trata de sacar sus chorizos del humo.

Solo espero que la ira de Dios caiga sobre los responsables de una infamia como esta, ya que la justicia de los hombres no solo es ciega, sino sorda. Y que les tenga reservada una paila del infierno más caliente que el fuego de los mercaditos, para que prueben una cucharada de su propia medicina. Son más condenables que la guerrilla, los narcotraficantes y los paramilitares juntos.

Este crimen de lesa humanidad es más horrendo que el de los parásitos financieros de Wall Street, que los fraudes electorales de Putin en Rusia, que las masacres de Gadafi en Libia, que las palizas del Ejército sirio contra los manifestantes de Damasco.

Pero aquí, en Colombia, tierra del café más suave del mundo y de las esmeraldas más bonitas, nadie se indigna, nadie ocupa una plaza para expresar su protesta, nadie abre la boca. Nadie se estremece. ¿Es que aquí a nadie le duele nada? ¿Qué es lo que tenemos en las venas? ¿Chicha de maíz?

Las estadísticas más confiables señalan que casi cuatro millones de colombianos se acuestan cada noche sin haber comido. De ellos, la mitad son niños. Pero la plata del Bienestar Familiar no alcanza para llenar el barril sin fondo de tanto contratista ladrón. Y en Cartagena dejan pudrir 12.000 mercados.

Sigamos en esas, sigamos; sigamos felices, como Nerón, tocando el arpa mientras Roma arde.

Epílogo para una infamia

Y faltan más horrores. Ya dije que el suministro de los mercados perdidos se contrató hace cuatro años por 4.000 millones de pesos. Como nunca les pagaron, ahora los proveedores exigen 9.000 millones, un incremento del 125 por ciento, a lo que hay que añadirle el precio hasta ahora desconocido de cuatro años de bodegaje, más 44 millones de pesos adicionales que cobraron los encargados de destruir la podredumbre.

No escribo con tinta de computador, sino con sangre, porque Altenberg me enseñó que quien escribe con sangre aprende que la sangre es el espíritu.

A punto de terminar, busco en la cabeza una palabra precisa para referirme a quienes hayan sido los causantes de esta monstruosidad. Todos los epítetos me parecen pobres ante la magnitud de lo ocurrido. Decía Cervantes que "solo hay una palabra, y solo una, para expresar lo que un hombre está sintiendo". Pero ninguna sirve para deshacerme del tarugo que tengo enquistado en el fondo del corazón.

Hasta que la encontré ahí, en las páginas del propio Cervantes. Cuando aquellos truhanes de una hospedería del camino lo molieron a palos, Don Quijote salió del lugar lanzándoles todos los improperios que se merecían: bribones, sinvergüenzas, granujas, perversos, malignos, villanos. No contento con ello, subió a su caballo sarnoso y, antes de volver grupas para marcharse, se asomó por la ventana de la posada, llenó de aire los pulmones, abrió la boca hasta donde pudo y, con toda la fuerza de su alma, les gritó:

-¡Hideputas!
JUAN GOSSAÍN 

lunes, 19 de diciembre de 2011

NOTICIAS CULTURALES Y DEL ESPECTÁCULO UNIVERSAL


TOMADO DEL ESPECTADOR

Aporte:  JCastanot.

Cesária Évora: adiós, diva de pies descalzos

Por: Redacción Cultura

La gran responsable de la consolidación del fenómeno de la world music dejó de cantar sus tristezas: su voz se apagó a los 70 años.

Cesária ÉvoraCesária Évora

Los bogotanos tuvieron el privilegio de oírla en vivo en marzo de este año, subida en los escenarios, desprovista, como tantas veces, de zapatos. Cantó en el Teatro Julio Mario Santo Domingo para extender también por estas latitudes la magia de su tierra, Cabo Verde, que se le había quedado clavada entre la piel y la voz.
Su música, que sonaba a morna, cercana a los sonidos oriundos de Portugal, sirvió para sanar las heridas que ningún político pudo remediar en la olvidada África, y eso es quizás lo que hace que su muerte genere no sólo duelo en su patria sino profunda tristeza entre los líderes de su tierra de corazón más decente: “Esta muerte nos entristece porque era una de las referencias mayores de la cultura de Cabo Verde, en particular la música. El nombre de Cesária es citado siempre de primero, lo que demuestra el peso simbólico que la cantante y su voz tenían para el país”, dijo acongojado el presidente del archipiélago, Jorge Carlos Fonseca.
Con esa voz que tanto le había aprendido a la naturaleza y con esa saudade de vivir en un lugar en donde el mar la separaba de todo, Évora había incursionado en el español para que sus líricas pudieran ser entendidas por más personas en el mundo. Sin embargo, ya desde hace unos meses la vida, que no la voz, empezaba a agotársele. “No tengo fuerzas, no tengo energía. Me gustaría que les dijeran a mis admiradores: lo siento, pero ahora necesito descansar. Lamento infinitamente tener que ausentarme por causa de la enfermedad. Quisiera darles aún más placer a los que me han seguido durante tanto tiempo”, dijo Évora al diario francés Le Monde al anunciar el fin de su carrera, el pasado 23 de septiembre.
Hoy, el mundo que la oyó cantar en portugués y español oye sus canciones con la certeza de que su música es de esas que sobreviven a quienes las cantan.
Cabo Verde de luto
La cantante caboverdiana Cesária Évora, fallecida el sábado a los 70 años, será enterrada el martes en el cementerio de su natal isla de San Vicente. Toda la mañana del martes, el cuerpo de la que era conocida como la “diva de los pies descalzos” permanecerá en la residencia familiar de Mindelo antes de ser trasladada a la casa de gobierno y luego al cementerio, donde será enterrada a las 4:00 p.m. hora local (12 m. de Colombia).
Las banderas ondean a media asta desde ayer y hasta mañana en los edificios públicos de las nueve islas habitadas del archipiélago de Cabo Verde. Cesária Évora, muy debilitada desde hace varios meses, había dejado de dar conciertos en septiembre.

Una obra entre la presencia y la ausencia

A merced del tiempo

Por: María Wills *

El Museo de Arte del Banco de la República presenta una retrospectiva del artista Óscar Muñoz, referente ineludible en la historia del arte contemporáneo en Colombia.

‘Interior’, dibujo de su primera época. / Foto: Cortesía Museo de Arte del Banco de la República‘Interior’, dibujo de su primera época. / Foto: Cortesía Museo de Arte del Banco de la República


Casi cuarenta años de producción artística han convertido a Óscar Muñoz en uno de los nombres más importantes del arte contemporáneo en Colombia. Su obra, cercana a las técnicas y al quehacer fotográfico, indaga temas que van desde la luz y la fijación de las imágenes hasta la memoria del individuo y la necesidad de crear una memoria colectiva. Protografías, la primera gran retrospectiva que se realiza de este artista en el país estará abierta entre el 7 de diciembre y el 12 de marzo de 2012 en el Museo de Arte del Banco de la República, como parte de su programa de retrospectivas de grandes maestros.
Entendiendo que la esencia del acto fotográfico no radica sólo en tomar la imagen o en disparar la cámara sino en el momento en que la imagen se fija sobre el soporte, cualquiera que éste sea, el trabajo de Óscar Muñoz se situaría en ese espacio temporal —anterior o posterior— a la fijación. “Esa imagen, o más bien, ese estado de la imagen, se podría considerar como el de una fotografía en potencia, una fotografía incipiente: una ‘proto-fotografía’”, puntualiza José Roca. Esta es la idea central de la curaduría que recorre la obra del artista pasando por diversas etapas de su carrera, que se analiza desde los procesos: el soporte reconsiderado, la imagen inestable, la impronta, la fotografía en flujo, entre otros.
El siguiente es un fragmento de la entrevista realizada como parte del catálogo de la exposición Protografías, Banco de la República.
¿Qué memorias de la infancia o de la juventud han marcado su trabajo?
Estaba leyendo un estudio sobre Wittgenstein, quien decía que la imagen mnemónica no es una fotografía, no es estática ni plana; por otro lado me pregunto si el recuerdo de una imagen fotográfica será necesariamente el de una imagen congelada. A mí, más que recuerdos estáticos, me llegan vivencias. Las cosas que me llegan de la infancia tienen que ver mucho con momentos en los que me relaciono con los materiales. Por ejemplo, no recuerdo el momento vivido ni el lugar de ninguna de esas dos únicas fotografías, en las que aparezco con mi hermana Norma y con mis padres en la primera, y con Norma y con Maruja, mi madre, en la segunda, cubiertos por una sombrilla china de papel negro, parados como estatuas sobre un pedestal; pero sí recuerdo haber tenido en mis manos esa maravillosa y delicada sombrilla con sus innumerables radios de bambú. Hay un interés por la materia, por las superficies, y en él tiene mucho que ver la vida del juego, de la infancia, del niño que está agachado como un hombre primitivo, con una curiosidad por comprender el mundo a partir de las superficies, los sabores y los olores. Pienso que cada ser humano tiene en su memoria algo así como un baúl al que puede recurrir a buscar los recuerdos refundidos de esas experiencias primeras.
Su obra temprana se concentró en desarrollar una maestría para dibujar desde el punto de vista realista, pero resaltando siempre su interés por la luz.
Hay varios aspectos determinantes en relación con el trabajo que realizaba en la época: por un lado, la incorporación de la fotografía al lenguaje artístico, a través del pop y del arte conceptual. Y, posteriormente, como referente de ese fuerte renacer del realismo y el hiperrealismo a comienzos de los setenta. Creo que la Documenta dedicada al hiperrealismo fue a comienzos de los setenta. Yo me sentí absolutamente atraído por este tipo de trabajo; sin embargo, para mí era esencial representar la luz y la sombra en los espacios y sobre las cosas. En esos momentos iniciales aún no estaba presente un interés conceptual por la fotografía, era más como una intermediación entre el mundo y el dibujo, una traducción que daba un carácter documental y atmosférico que no tenían mis trabajos anteriores.
¿En qué momento empezó entonces a querer desintegrar esos dibujos?
Yo no diría que en ese momento esos dibujos estaban precisamente dentro de una línea tradicional. Más bien la figuración realista, apoyada por la fotografía supuestamente fría y documental, ponía una distancia ante otras figuraciones más cercanas al expresionismo. Creo que entre nosotros, es decir, el grupo que trabajaba en Cali, Medellín y Bogotá, la crisis aparece en los años ochenta. En algunos círculos hubo una oposición fuerte al realismo y al dibujo. Me acuerdo de una exposición que se organizó en la Galería Garcés Velásquez, se llamaba, creo, Por fin pintura. Esto ocurría, obviamente, porque había un cierto cansancio con el dibujo y el realismo. La pintura llegaba como un respiro. De cualquier manera yo he pensado que el dibujo no es una técnica. Es algo que siempre está en nuestra vida y en nuestra mente, es parte de nuestra idea de la estructura de las cosas.
¿Qué sucedió entonces en los años ochenta?
Esa crisis me llevó a una época de introspección, investigación y, por supuesto, experimentación. Me interesaba la imagen que se sitúa en un lugar entre su materialización y su desmaterialización. Recuerdo los dibujos que mostré en la exposición que organizó Miguel González: inicialmente eran muy oscuros y cargados de materia de carbón, ahora se empezaron a volver blancos. Los lugares y las cosas desaparecían por el resplandor.
De la sombra pasó a la luz extrema.
Sí, entra mucha luz, son unos baños blancos, húmedos y vaporosos.
Su obra se va volviendo un poco abstracta y es, además, en ese momento que empieza a desintegrar los soportes y deja su trabajo bidimensional.
Sí, mis dibujos se empiezan a evaporar, a desdibujar, en un intento por transformar la materialidad, por buscar más la sensación que la presencia. De allí paso a hacer las Cortinas de baño. Pero este fue un desarrollo muy complejo. Parece sencillo, pero ese paso de abandonar el soporte que venía trabajando por años fue una investigación difícil.
Tuve que hacer una cantidad de experimentos, algunos muy desafortunados. Fue un proceso interno muy fuerte. Tal vez una constante de mis procesos ha sido que aunque cambie de materiales y experimente con otros nuevos, sigo haciendo lo mismo, son las mismas preocupaciones fundamentales. Creo que sólo así se puede lograr una cierta consistencia e intensidad: persistiendo en una idea; el ensayo y el experimento funcionan si responden a esa indagación.
¿Cómo se le ocurrió hacer una ‘Cortina de baño’?
En la época dibujaba series en interiores y en baños. Quería dibujar una cortina de baño sobre papel. Había una cortina en mi casa y tenía una ventana detrás, la luz pasaba produciendo un efecto fantasmal muy especial y parecido a lo que venía haciendo sobre los soportes de papel. Me interesé por el plástico y por la manera como respondía a la humedad, se formaban gotas que permanecían allí y dejaban sus rastros cuando se secaban. Decidí ensayar entonces otro tipo de dibujo contando con esas características especiales del plástico.
Desde ahí el agua ha sido protagonista de sus dibujos.
Para mí trabajar con el agua era lo mismo. Esto no puede entenderse como una retirada del dibujo; me parece que igual se trata de dibujos. Pienso que por esa transparencia se acercarían más a la gráfica y al dibujo que a la pintura.
¿Cómo llegó a pensar en el mito de Narciso para trabajarlo en su obra?
Cuando hice los Narcisos, pensé en el individuo. Puede haber referentes autobiográficos, pero no necesariamente por ser mi imagen representada. Mi cara es un tema secundario. Las Cortinas y luego los Narcisos son el resultado de ese trabajo en los ochenta en el que me concentré en buscar mi punto de vista, mi visión de las cosas.
Esta curaduría de su obra es una exploración sobre la relación del material con el soporte, digamos, pero también de la impronta. ¿Cómo es el proceso entre una idea y una obra terminada?
La mayoría de mis series se relacionan con materiales pulverizados, como el carbón, el azúcar, la arena. He tenido que pasar por muchos fracasos para llegar a unos pequeños logros. Mis obras, desde los años ochenta, van en una búsqueda no tan clara, no hay algo definido. No tengo una idea preconcebida desde el comienzo, que desarrollo y termino. Nunca tengo muy claro cómo van a funcionar las cosas, a dónde me llevarán, y una cosa que deshecho en un momento la puedo retomar mucho tiempo después. A medida que voy haciendo las voy tratando de comprender. Por eso me interesa en este punto de mi vida hablar de los procedimientos. La emoción está en la relación entre el proceso y la cosa. Con el pensamiento relacionado con los procesos.
* Curadora adjunta

Katiuska Mendoza Cotes (1992-2011)

La cantora de Fonseca

Por: Juan Carlos Piedrahíta B.

La joven artista, nieta del acordeonero Nicolás ‘Colacho’ Mendoza, murió el martes pasado en Valledupar después de someterse a una cirugía estética en la nariz. Hoy será su sepelio.

Ésta es una de las pocas imágenes públicas que se consiguen de Katiuska Mendoza Cotes. /InternetÉsta es una de las pocas imágenes públicas que se consiguen de Katiuska Mendoza Cotes. /Internet

En la ciudad de Little Rock, en Arkansas, Katiuska Mendoza Cotes puso la nota vallenata. Fue en 2004, cuando ella y un grupo de jóvenes talentos de la música folclórica del Caribe fueron invitados por Bill Clinton a hacer parte del acto inaugural de su Biblioteca Presidencial. En ese entonces era parte de Los Niños Vallenatos, un colectivo impulsado por el reconocido formador folclórico El Turco Gil, en el que voces infantiles llevaban al país del Norte algunas manifestaciones sonoras del Caribe.
En una de sus primeras incursiones en tierras foráneas, Katiuska Mendoza consiguió lo que muchos artistas se demoran décadas en obtener, o incluso jamás logran, y es presentarse ante una figura de reconocimiento mundial. Ante el expresidente, la artista no sufrió de pánico escénico porque, por un lado, llevaba ensayando su aparición durante varios meses y más de la mitad de su vida la había dedicado al arte del folclor, y, por otro lado, no se podía dar el lujo de poner en entredicho los haberes de una dinastía tan importante como la de los Mendoza, legendarios y grandes exponentes del vallenato.
Su abuelo, Nicolás Colacho Mendoza, fue uno de los más importantes acordeoneros de ese género y grabó inolvidables trabajos discográficos con Poncho Zuleta, Diomedes Díaz y Jorge Oñate, pero así mismo sus interpretaciones de las obras de Rafael Escalona han pasado a la historia por sus características sonoras. Sus padres, Nicolás Nacho Mendoza Torres y Luisa Cotes Acosta, identificaron el potencial artístico de la niña y antes de que cumpliera siete años ya la habían matriculado en la escuela de formación de El Turco Gil, quien se convirtió hasta el último día de su existencia en su máximo guía musical y promotor estrella.
La presentación en Arkansas le dio el aval a Katiuska Mendoza para ser, otra vez, tenida en cuenta dentro de la programación de un evento de corte internacional. Ella fue la figura central en los actos musicales durante el homenaje que se le realizó a Gabriel García Márquez en el marco del Cuarto Congreso Internacional de la Lengua Española, realizado el 29 de marzo de 2007 en Cartagena. En el evento estuvieron presentes los reyes de España, Juan Carlos y Sofía; el expresidente Álvaro Uribe; el expresidente de los Estados Unidos, Bill Clinton, y el primer mandatario de Panamá, Martín Torrijos, entre muchas otras figuras de relevancia mundial.
Tanto su participación en los Estados Unidos como algunos recitales presentados en Colombia quedaron consignados en dos trabajos discográficos que se consiguen en el mercado bajo el nombre de Los niños vallenatos. De igual manera, Katiuska Mendoza ya había cumplido contratos en países como Panamá, Perú y Venezuela, y quería profesionalizarse en la música para continuar con la divulgación del folclor vallenato. En su corta carrera como cantante, fue ganadora en dos oportunidades del Concurso de Voces Femeninas del Expofestival en Valledupar y tuvo participaciones importantes en el Festival Voces y Canciones de La Paz y en San Gil.
Sin embargo, y a pesar de su consagración a las tradiciones sonoras del Caribe, la artista cursaba segundo semestre de Comunicación Social, en Bogotá, y en algún momento de su existencia quería vincular sus dos quehaceres para conseguir una conexión más óptima con el público. Su sueño no era simplemente cantar los clásicos que ya se sabía de memoria (‘El testamento’, de Rafael Escalona; ‘El cantor de Fonseca’, de Carlos Huertas, y ‘La dama guajira’, de Hernando Lacouture), sino interpretar la esencia del folclor.
Precisamente por eso estaba gestionando la conformación de su primer grupo, Las Cañaguateras, para publicar su disco como solista, cuando decidió someterse a una cirugía estética en la nariz. Los procedimientos médicos fallaron y Katiuska Mendoza no pudo ver consolidados sus deseos. Murió el martes en una clínica de Valledupar y los motivos de su deceso tendrán que ser confirmados por Medicina Legal en las próximas horas. Su sepelio será en su natal Fonseca, en La Guajira.

La literatura, protagonista una década y media

Quince años ejerciendo el arte de malpensar

Por: Angélica Gallón Salazar

Los fundadores de El Malpensante, Andrés Hoyos y Mario Jursich, hablan del camino recorrido por la publicación y de las transformaciones de las que han sido testigos.

Andrés Hoyos y Mario Jursich fundaron hace 15 años la revista literaria ‘El Malpensante’, con la convicción de aportarle nuevas dimensiones a la sociedad. / Daniel GómezAndrés Hoyos y Mario Jursich fundaron hace 15 años la revista literaria ‘El Malpensante’, con la convicción de aportarle nuevas dimensiones a la sociedad. / Daniel Gómez


Andrés Hoyos, el fundador de El Malpensante, asegura que cuando uno empieza una revista, tiene ideas difusas de lo que puede ser. Quizás uno no tiene más que ilusiones, ilusiones de que por fin habrá un lugar para publicar lo que le gusta y de que la buena literatura podrá cambiarle el perfil a la cultura o por lo menos afectarla seriamente. Pero cuando esa revista cumple 15 años —como lo celebra por estos días El Malpensante—, dice por su parte Mario Jursich, director de la revista, uno tiene que buscar no convertirse en un establecimiento, no anquilosarse, insistir en que el statu quo te siga mirando con un poco de sospecha mientras continúas atrapando a la gente curiosa, a la periferia,
El Espectador invitó a estos dos apasionados lectores a desentrañar en una conversación amena cómo ha sido el trabajo durante esta década y media, cómo se han transformado la cultura y la idea misma de las revistas literarias y cómo se ha percibido la literatura nacional desde las páginas de la revista.
¿Cómo se construyó la idea de ‘El Malpensante’?
Andrés Hoyos: El Malpensante, como su nombre lo indica, tuvo la tentación de llevar la contraria, que en este caso no es la contraria más típica como estar muy a la izquierda en política o ser escandalosos en temas eróticos. Más bien quiso llevarle la contraria a esa noción politizada de las revistas literarias que era justamente el establecimiento para esa época, un establecimiento que fracasó absolutamente. El Malpensante decidió que quería cuestionar una serie de íconos que existían, pero que quería hacerlo con la óptica literaria, con desenfado, humor, pero a la vez con una estructura mental de fondo.
Mario Jursich: La palabra curiosidad ha sido la viga de armada de la revista. Todos somos y fuimos grandes lectores y esa curiosidad explorando los libros o la música queremos trasladarla a la revista. La curiosidad es tecnología de punta.
¿La función de una revista cultural ha cambiado a lo largo del tiempo?
A.H.: Yo diría que no, hay un horizonte muy amplio de nuevas tecnología. Pero si hablamos de la función de una revista cultural, si es que se puede hablar de eso, que ya es problemático, es parecida a la que siempre fue: y es agregarle a la sociedad una serie de dimensiones que sin ella no tendría. Creo que una de las cosas que afectan la cultura contemporánea en Colombia es que los que están hoy en el poder, tanto político como económico, cuando estaban jóvenes y estudiaban tenían disponibles pocas revistas literarias y eso los volvió gente muy plana. Nosotros esperamos que los que vienen en 20 años traigan una comprensión del mundo más sofisticada.
M.J.: Creo que las revistas literarias deben tener una vocación más amplia. Nosotros empezamos a explorar territorios conexos, tenemos una columna de arquitectura, nos interesamos por fenómenos que no pertenecen al antiguo mundo de la literatura pero en los que pasan cosas interesantes. En el siguiente número venimos, por ejemplo, con un especial de twiteros. La curiosidad nos ha llevado a descubrir que un filón totalmente inesperado de la escritura femenina en Colombia se está desarrollando en Twitter.
¿Qué sensación tienen del entorno literario nacional durante esta década y media?
A. H. : Estos años han sido esenciales también para mostrarnos que la gente tiene muchas ganas de decir cosas pero no sabe cómo, esa es la gran conclusión del promedio de los textos espontáneos que llegan. Pero ese no es un problema de las revistas, sino de la educación. En el mundo anglosajón a todas las personas, tengan o no qué decir, les enseñan cómo decirlo. Aquí, en parte, nos ha tocado a los editores tratar de orientar a la gente y no es fácil, porque la gente no está acostumbrada a la transacción.
M.J.: El Malpensante empezó a funcionar en un momento en el que hubo una gran profesionalización de la literatura en Colombia y con eso quiero decir que hubo un grupo de gente: Mario Mendoza, Santiago Gamboa, Héctor Abad, que empezó a vivir de la literatura; eso no era frecuente. Además, en El Malpensante se empezó a ver desde muy temprano una característica que se ha impuesto mucho en la literatura de un tiempo para acá: textos en los que la ficción convive con material de tipo documental. Y en el medio hubo muchas otras cuestiones, por ejemplo, en Colombia por la misma época de la aparición de la revista empezó a afinarse una literatura llamada sicaresca, una literatura afincada en los personajes del bajo mundo y de la mafia. También ha sido notable que en el país ha habido poca escritura de ciencia ficción.
En Latinoamérica, revistas como esta no han tenido mucha suerte, qué ha estado a favor de ‘El Malpensante’?
A.H.: La obstinación. Un país como este no es propicio todavía para una cultura sofisticada. Hoy por hoy es cuesta arriba hacerlo, a pesar de que los lectores lo aprecian mucho.
M.J.: Yo digo que la tozudez ha incidido en eso. Desde un comienzo pensamos en un proyecto a largo plazo, pensamos en algo que nos sobreviviera, y yo veo eso con simpatía, pienso en otros que vendrán a hacer las cosas a su modo, que no fue el caso de otras revistas como Mito, que no pudo sobrevivir a la muerte de su editor.
A.H.: Yo creo que uno de los grandes infortunios de lo que pasó con la izquierda de los años 60 en Colombia fue la muerte de Jorge Gaitán Durán y con él la muerte de la revista Mito, porque apenas se murió él, la izquierda colombiana se sectarizó y se volvió crecientemente ignorante. Él era un hombre de izquierda muy sofisticado, que si hubiera durado otros diez años, hubiera podido evitar esa radicalización, esa cantidad de gente que se fue para el monte. Una gran revista en su momento hubiera podido ayudar a matizar esa situación. Yo no sé si nosotros en tiempos posteriores hayamos tenido algún efecto sobre la política, supongo que sí. Aunque ya no son los mismos tiempos, pero ahí ves algo que hubiera podido pasar por una revista cultural, que no pasó porque se murió.
Ya que mencionan la política, ¿han abanderado causas desde la revista?
A.H.: Nosotros dijimos en un principio, y eso se mantiene, que queríamos arrancar la primera página del periódico, no queríamos que nos inscribieran en los temas de los partidos políticos, las elecciones, el conflicto armado directo. Decidimos que no teníamos una ideología política, pero en eso hicimos una excepción: a nosotros nos gusta la democracia y nos fastidia e irrita lo que no es.
M.J.: Eso se traduce mucho en opiniones que he leído sobre la revista. Para mucha gente de derecha El Malpensante es una revista casi intolerable y para otros somos unos goditos, pero inteligentes. Me gusta esa acotación.
A.H.: Creemos que las artes deben tener una figuración importante en la actividad del Estado y ahí sí tenemos línea y es una línea sectorial. Ahora, que la gente vaya y vote por el que sea.
¿Por qué las empresas no creen en pautar en revistas o secciones culturales?
A.H.: A la gente que maneja la pauta le falta sofisticar su visión de lo que están buscando. La cultura ha demostrado en el mundo que es un elemento muy potente en el momento de crear prestigio de marca. Claro, no son tan potentes a la hora de vender cepillos de dientes, pero si eres un banco o una empresa industrial la cultura te aporta muchísimo, eso hoy todavía no lo entienden bien los que manejan esos portafolios.
M.J.: A mi parecer, con los periódicos y las revistas noticiosas sucede que ya no sorprenden como antes. Me gustaría volver a sentir ese tirón que traían muchas ediciones dominicales de antaño.




miércoles, 7 de diciembre de 2011

HABLANDO DE ECOLOGÍA Y PROTECCIÓN AMBIENTAL


En protección de bosques, "América Latina es la que más decepciona"PDFImprimirE-Mail

La deforestación disminuyó a nivel mundial, pero América Latina sigue dejando mucho que desear en materia de recuperación de bosques.
Así lo asegura la "Situación de los bosques del mundo 2011", un informe publicado este miércoles por la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación, FAO.
EN CIFRAS
·  La deforestación cayó de 16 millones de hectáreas al año a 13 millones a nivel mundial
·  El 57% de los bosques primarios del mundo se encuentra en América Latina
·  La mitad de la deforestación neta en todo el planeta ocurre en Brasil
·  Hay 4.000 millones de hectáreas forestadas en la Tierra
El organismo evalúa cada dos años el estado de los bosques a nivel mundial y presentó su nuevo estudio en Nueva York, donde la ONU marcó con una ceremonia el inicio del Año de los Bosques.
A nivel mundial, la FAO señala que la deforestación disminuyó de 16 millones de hectáreas al año en la década de 1990 a aproximadamente 13 millones de hectáreas.
Teniendo en cuenta la forestación y la expansión natural de bosque en áreas antes destinadas a agricultura, se estima que la pérdida neta de bosques a nivel mundial es de 5,2 millones de hectáreas por año, una superficie aproximadamente del tamaño de Costa Rica.
La buena noticia según la FAO es el aumento de la reforestación en Asia, especialmente en China e India. América Latina, donde se encuentra el 57% de los bosques primarios del mundo, es una de las regiones que menos recupera sus bosques, de acuerdo al informe.
"Problema cultural"
"Asia pasó de ser un gran desforestador a ser el continente que más recupera bosques, incluso el Cercano Oriente también está recuperando bosques de una forma modesta", dijo a BBC Mundo Eduardo Rojas, subdirector regional del Departamento Forestal de la FAO.
"El continente que decepciona más es América Latina, porque lo que es evidente es que la deforestación está ligada al infradesarrollo y al crecimiento demográfico. Pero cuando las sociedades comienzan a emerger económicamente la deforestación suele invertirse", algo que no se da en muchos países de América Latina, señala Rojas.
El caso argentino es paradigmático, según el experto de la FAO. "Cuando hablan de Argentina como país en desarrollo esto me parece a mí muy poco adecuado, tendrá sus dificultades pero más bien es un país desarrollado".
"Argentina es de los pocos países desarrollados con problemas de deforestación importantes, mientras que por ejemplo Vietnam, que está en la frontera entre subdesarrollado y emergente, está consiguiendo con 85 millones de habitantes aumentar su superficie de bosques", señala Rojas.
"Hay un cierto problema en las dos Américas, de entender que la tierra es ilimitada, a diferencia de Europa o Asia, donde la tierra es tan limitada que eso obliga a una gestión sostenible. Existe ese problema cultural", opina el experto de la FAO.
El ejemplo positivo de Costa Rica
El informe destaca algunos casos selectos positivos de reforestación en América Latina, fundamentalmente en Costa Rica, Cuba, República Dominicana, Chile y Uruguay.
En el caso de Uruguay la recuperación tiene que ver con plantaciones intensivas o cultivos forestales. Costa Rica ha seguido otro modelo y del 20% de territorio forestado está llegando al 50%, en muchos casos con plantaciones nativas.
Rojas destaca especialmente el éxito de Costa Rica en introducir un sistema de pago por servicios ambientales, en el que los usuarios de los servicios que provee el bosque, como las agencias de turismo, pagan por estos beneficios.
En cuanto a Brasil, el informe señala que "de la deforestación neta del mundo la mitad es en territorio brasileño", unos 2,6 millones de hectáreas.
El estudio recoge datos de Brasil de 2008, "pero tenemos información de última hora que indica una mejora muy reciente", dijo Rojas a BBC Mundo.
Año de los Bosques
Durante los próximos meses se celebrarán eventos en todo el mundo con motivo del Año de los Bosques, declarado tal por la Asamblea General de la ONU.
Plantando árboles, dando más importancia a paseos en un bosque cercano, uno cambia la mentalidad, uno se da cuenta que no existe por si mismo, que es parte de un universo".
Uno de los objetivos más importantes es que la gente pueda "parar y pensar un poco en los árboles en su alrededor y la diferencia que hacen en su vida", dijo a BBC Mundo Bárbara Tavora-Jainchill, oficial de la secretaría del Foro de la ONU sobre los Bosques.
"Plantando árboles, limpiando un parque, dando más importancia a paseos a un bosque cercano, uno cambia la mentalidad, uno se da cuenta que no existe por si mismo, que es parte de un universo".
Por: Alejandra Martins - BBC Mundo 
Ver Nota completa en el siguiente enlace:http://www.bbc.co.uk/mundo/noticias/2011/02/110202_bosques_fao_am.shtml