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martes, 20 de marzo de 2012

El 70% del daño en la piel por los rayos ultravioleta ocurre en la juventud y es irreversible

Empezar a cuidar la piel del sol a los 30 es como regar una planta marchita. Los tratamientos para borrar las manchas, los surcos y las arrugas, y atenuar el envejecimiento son prácticamente inútiles cuando la piel ha sido castigada en la juventud por los rayos ultravioleta.
De acuerdo con un estudio de la Sociedad Argentina de Dermatología (SAD), el 70 por ciento del daño solar ocurre antes de los 18 años. Expertos nacionales como Campo Elías Páez, de la Sociedad Colombiana de Dermatología, coinciden con este alarmante diagnóstico. "Una persona promedio se expone en sus dos primeras décadas de juventud a la mitad del sol que debería tomar en toda su vida", advierte.
La principal consecuencia de esta exposición temprana y de la falta de una protección adecuada es el 'fotoenvejecimiento', provocado por los rayos ultravioleta. Este efecto es acumulativo e irreversible, pues produce alteraciones en el ADN de las células cutáneas. Según Páez, los jóvenes no son conscientes de estos daños, porque los efectos no son inmediatos.
"El primer factor externo de envejecimiento de la piel es la exposición excesiva a la que muchos de ellos se someten antes de los 20 años, sostiene el especialista. Son esos mismos jóvenes los que a los 30 exhiben patas de gallo, arrugas, manchas y cambios en la tonalidad de la piel". No obstante, la consecuencia más grave es la aparición a largo plazo de tumores cutáneos, como el carcinoma basocelular "la forma más frecuente de cáncer de piel" o el melanoma, que se manifiesta como un lunar que cambia de forma, tamaño o color.
Roberto Glorio, secretario general de la SAD, insiste en la necesidad de estar muy alertas a estas señales: "Hay que consultar con el dermatólogo ante la aparición de cualquier signo o lesión sospechosa". Pero ante todo, es clave desarrollar una rutina de protección para prevenir daños irreversibles. 
Cuídese  a tiempo
Estos pasos son fundamentales para que cuide su rostro de las radiaciones solares. No hay que esperar a la adultez para empezar a hacerlo.
Determine su tipo de piel
 No todas las pieles son iguales. Algunas resisten mejor que otras los efectos nocivos del sol, aunque ninguna es totalmente inmune a los rayos ultravioleta. Las personas muy blancas se exponen a un riesgo mayor de deterioro temprano y de lesiones. Generalmente, este tipo de piel no se broncea, se enrojece.
Mientras más oscuro es el tono de piel, hay una mayor tolerancia al sol. Aún así, entre las personas de piel más morena hay algunas que se broncean más fácilmente y otras que tienden al enrojecimiento. Es importante determinar cuál es el efecto del sol en cada caso y elegir la protección adecuada.
Elija bien su bloqueador
Su bloqueador debe tener el factor de protección solar (FPS) más adecuado según su tipo de piel. El recomendado para las más claras oscila entre 30 y 50 (aunque en el mercado se ofrecen productos hasta con protección 100). Estos filtran entre el 96 y el 98 por ciento los rayos ultravioleta B (los más carcinogénicos).
ambién es clave que su bloqueador lo proteja adecuadamente de la radiación ultravioleta A (UVA). Esta se mide en cruces (tres es la máxima protección) o en categorías como 'alta' y 'muy alta', que son las recomendadas. Por último, verifique que sea resistente al agua y al sudor.
Protéjase a diario
Las personas están expuestas a la radiación ultravioleta de forma casi permanente, incluso si el día es nublado o si pasan la mayor parte del tiempo en espacios cerrados, como la casa o la oficina. La radiación que atraviesa las ventanas y la que emanan las luces artificiales también cuenta. Mejor dicho, el uso del bloqueador debe ser tan común como el del cepillo de dientes.
Al broncearse...
Un mes antes de viajar a sitios soleados, consuma alimentos ricos en carotenos como la espinaca, la naranja, la mandarina, la lechuga, la papaya, la zanahoria y las acelgas. Estos alimentos le dan un color especial a la piel y generan cierta barrera protectora. Evite la exposición directa al sol entre las 9:30 de la mañana y las 3:30 de la tarde, pues en ese horario los rayos UVA y B son más dañinos. También utilice gafas y gorros. En la noche, aplique crema hidratante para la cara y el cuerpo.
Aléjese de las cámaras de bronceo
La Agencia Internacional de Investigación sobre el Cáncer, de la Organización Mundial de la Salud (OMS), clasificó en el 2010 las camas bronceadoras de rayos ultravioleta en la primera categoría de riesgo de cáncer, el grupo 1 de carcinogénicos para humanos. En Estados Unidos y Europa existen regulaciones para su uso, en especial por parte de los menores de edad.
Por: Alicia Margarita Ovallos Clavijo.



Trastorno Depresivo Mayor

La depresión es uno de los trastornos mentales más comunes. Afecta alrededor de 340 millones de personas en todo el mundo. Se da más en las mujeres que en los hombres.
Se puede presentar en las personas por factores biológicos, genéticos y psicosociales.
Síntomas
•    Humor reprimido.
•    Anhedonia: (Es la incapacidad para experimentar placer, la pérdida de interés o satisfacción en casi todas las actividades).
•    Pérdida de energía (97% de los casos).
•    Trastornos del sueño (80% de los casos).
•    Ansiedad (90% de los casos).
•    Trastornos del apetito.
•    Trastornos sexuales.
•    Síntomas cognitivos (80% de los casos).
•    Quejas somáticas.

Síntomas clínicos:

El humor deprimido y la pérdida de interés o satisfacción son los síntomas clave de la depresión. Los pacientes pueden comentar que se sienten tristes desesperanzados, sumidos en la melancolía. La característica esencial de un episodio depresivo mayor es un período de al menos 2 semanas durante el que hay un estado de ánimo deprimido o una pérdida de interés o placer en casi todas las actividades. En los niños y adolescentes el estado de ánimo puede ser irritable en lugar de triste.  El episodio debe acompañarse de un malestar clínico significativo o de deterioro social, laboral o de otras áreas importantes de la actividad del individuo. En algunos sujetos con episodios leves la actividad puede parecer normal, pero a costa de un esfuerzo muy importante. Los pacientes describen con frecuencia el síntoma como un dolor emocional que es una agonía, a veces se quejan de incapacidad para llorar. Dos tercios de los pacientes de plantea el suicidio y el 15% llegan a cometerlo. Casi todos los pacientes manifiestan una pérdida de energía que dificulta la finalización de las tareas cotidianas, empeora el rendimiento escolar y laboral. Disminuye el la motivación para emprender nuevos proyectos. Un 80% de los pacientes presenta dificultades para dormir, en especial despertar precoz (insomnio terminal) y múltiples despertares. Algunos pacientes presentan hipersomnia, que sumado a aumento del apetito y ganancia del peso constituyen síntomas atípicos. La ansiedad es un hecho común (incluye crisis de pánico) suele complicar el tratamiento del trastorno depresivo sumado al abuso de alcohol. Un 50% de los pacientes empeora a la mañana con mayor gravedad de los síntomas y se alivia a medida que pasa el día. Muchos sujetos refieren o muestran una alta irritabilidad (p. ej., ira persistente, tendencia a responder a los acontecimientos con arranques de ira o insultando a los demás, o sentimiento exagerado de frustración por cosas sin importancia). En los niños y los adolescentes, más que un estado de ánimo triste o desanimado, puede presentarse un estado de ánimo irritable o inestable. Esta forma de presentación debe diferenciarse del patrón de «niño mimado» con irritabilidad ante las frustraciones. Algunas personas ponen énfasis en las quejas somáticas (p. ej., las molestias y los dolores físicos) en lugar de referir sentimientos de tristeza. En algunos sujetos hay una reducción significativa de los niveles previos de interés o de deseo sexual. Normalmente, el apetito disminuye y muchos sujetos tienen que esforzarse por comer. Los cambios psicomotores incluyen agitación (p. ej., incapacidad para permanecer sentado, paseos, frotarse las manos y pellizcar o arrugar la piel, la ropa o algún objeto) o enlentecimiento (p. ej., lenguaje, pensamiento y movimientos corporales enlentecidos; aumento de la latencia de respuesta, bajo volumen de la voz, menos inflexiones y cantidad o variedad de contenido, o mutismo). La agitación o el enlentecimiento psicomotores deben ser lo bastante graves como para ser observables por los demás y no representar únicamente una sensación subjetiva. Suelen malinterpretar los acontecimientos cotidianos triviales, tomándolos como pruebas de sus defectos personales, y suelen tener un exagerado sentimiento de responsabilidad por las adversidades. Muchos refieren capacidad disminuida para pensar, concentrarse o tomar decisiones. Pueden distraerse con facilidad o quejarse de falta de memoria. En sujetos de edad avanzada con un episodio depresivo mayor, la queja principal puede ser la falta de memoria, que puede ser tomada erróneamente por un signo de demencia («seudodemencia»).

Generalmente, cuando se reconocen síntomas de este tipo en personas; cualquiera sea su edad, es necesario acompañar la mayor parte del tiempo posible, como prevención de lo que pudiera suceder.
Por: Ornella Carinha Castaño Ortiz

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