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domingo, 15 de julio de 2012

EDUCACIÓN PARA DEL PRESENTE CON MAÑANA


Las ventajas de ser un hijo 'respondón'

Expertos creen que discutir con ellos tiene beneficios. Si se hace bien, enseña a defender ideas.
Cálmese. Respire hondo y piense. No le responda con lo primero que se le ocurra, pero tampoco eluda la situación. Discutir con los hijos -algo que la mayoría de padres quisiera evitar- quizá les sirva en el futuro. Pero claro, siempre que se haga con argumentos y sin caer en el irrespeto. Según un estudio de la Universidad de Virginia (EE. UU.), las sanas discusiones aportan herramientas que ayudarán a los niños a manejar la presión de grupo -la causante, en algunos casos, de vicios como drogas y alcohol-.
En la investigación, publicada en la revista Child Development Journal, se grabaron 150 videos de adolescentes discutiendo con sus madres. Después de tres años, se les preguntó a lo jóvenes sobre sus experiencias con drogas y alcohol. Quienes durante las discusiones usaron la razón por encima de los impulsos tenían "más habilidades para negociar situaciones de presión de grupo", dice el Dr. Joseph Allen, quien lideró el estudio.
Al contrario de lo que dicta el sentido común, el hábito de discutir debe cultivarse desde los primeros años, pues desarrolla la tolerancia, el respeto por otras opiniones y la capacidad de argumentar y analizar, según Luis Alberto Rengifo, psicólogo especialista en educación. Se trata de un mecanismo a través del cual los padres les enseñan a los niños a defender sus ideas y puntos de vista. Igualmente, el menor aprende a no dejarse deslumbrar por las figuras de autoridad y a defenderse de los riesgos y peligros de la violencia y agresión de su entorno, como el matoneo.
Pero, ¿cómo discutir con los hijos cuando son irrespetuosos, andan inmersos en su mundo y no les interesa interactuar con los papás?
En estos casos hay que acudir a la firmeza, según lo advierte la terapeuta de familia Olga Susana Otero. "Hay que decirles 'apaga el computador, que vamos a conversar'. Hay que hablarles directo y claro", sugiere esta especialista.
"Si responden 'ahora no puedo, no tengo tiempo', váyase y haga lo mismo más tarde. Cuando le pidan permiso o la mesada, conteste que no puede o no tiene tiempo", apunta Otero, y asegura que esta fórmula no solo funciona, sino que ayuda a abrir espacios de entendimiento, respeto y autoridad hacia el padre.
Germán Soto, pediatra experto en crianza, opina que para que las discusiones generen habilidades sociales es necesario dar buen ejemplo. Aunque se debe hablar de todo tipo de temas y de la manera más tranquila, hay cosas que no se pueden negociar. Según él, los padres siempre deben tener autoridad en el ejercicio de la crianza, basados en las cualidades y capacidades que demuestran ante sus hijos. Eso les dará a ellos herramientas para sentir respeto y para que obedezcan por convicción y no por obligación.
Lo que debe promover
- El buen ejemplo comienza en casa. No se puede exigir algo que el joven no ha visto en sus padres.
- Explíqueles que todos somos diferentes y que hay que respetar las diferencias.
- Somos seres humanos y por eso nos equivocamos. No siempre se tiene la razón.
- Busque un lugar tranquilo para dialogar.
- Que aprendan del error, dependiendo del caso. Permitirles asumir las consecuencias de sus actos, según su edad, los ayuda a evaluar lo que hicieron y sus repercusiones.
- Cuando hay temas que no se negocian (como una fiesta hasta altas horas de la noche, un viaje o que conduzca rápido), explíqueles que es su deber como padre garantizar su protección y seguridad.

Lo que debe evitar
- Las malas palabras y ataques con términos ofensivos.
- El castigo físico.
- Reaccionar en momentos álgidos de manera fuerte o impositiva.
- Discutir acerca de temas sobre los que no está seguro o si está alterado. Mejor, aplace la discusión para más tarde.
- Iniciar un diálogo sobre un tema importante en público o delante de los amigos puede ser contraproducente. Hágalo en privado, a menos que sea algo trascendental.
- Igualarse con su comportamiento o con sus gestos (por ejemplo, taparse los oídos o hacerse el que no escucha).
  Guía para elegir la carrera correcta

La mitad de los jóvenes que abandonan la 'U' lo hacen porque escogieron mal.
Lorena*, de 21 años, comenzó estudiando Hotelería y Turismo, pero se retiró en tercer semestre porque, según ella, la universidad le quedaba lejos. Luego, optó por Odontología, pero en el segundo el mundo de la salud oral comenzó a parecerle aburrido. Dentro de poco, ingresará a una escuela de gastronomía, y aunque está convencida de que la cocina sí es lo suyo, lamenta haber tardado tanto en encontrar su verdadera vocación. "He sentido frustración y rabia porque les he hecho perder mucho dinero a mis padres", afirma.
La ausencia de orientación profesional es una de las principales razones de la deserción universitaria en Colombia. Cinco de cada 10 alumnos dejan las aulas, la mitad de ellos en los dos primeros semestres. En el 50 por ciento de los casos, los jóvenes esgrimen el mismo argumento: 'no era lo mío'.
Los padres también pagan las consecuencias de estas salidas en falso. De acuerdo con Carlos Garzón, director de la Fundación Horizontes Profesionales (organización sin ánimo de lucro dedicada a la orientación educativa), el abandono de la carrera por parte de un hijo le puede costar a su familia entre 15 y 25 millones de pesos.
Esta problemática motivó a tres psicólogos de la Universidad Javeriana a escribir el libro ¿Des-orientados? Mapas y rutas para la orientación profesional, en el que ofrecen consejos sobre la mejor manera de elegir carrera y sobre cuál debe ser el papel de los padres en este proceso.
Claudia Reyes, una de las autoras, asegura que la raíz del problema es que muchos jóvenes están decidiendo solos, basados en el desconocimiento y en ideas preconcebidas. "Escogen la carrera por el estatus, la plata, porque es cool, porque fue sugerida por terceros o a causa de la presión familiar", explica.
Según María Ximena Quintero, otra de las autoras, muchos jóvenes creen ingenuamente que un test les va a resolver su dilema y "buscan ayuda cuando ya están muy confundidos".
El libro plantea varias claves para tener mayores probabilidades de acierto, que tienen que ver con armonizar intereses con aptitudes, pensar en la carrera como un proyecto de vida, no abandonar los estudios a la primera mala nota y no idealizar determinadas profesiones.
"No basta con decir 'qué bonito sería ser ingeniero'. Hay que datearse, conocer la propuesta curricular de la carrera, su énfasis, su orientación y su campo de acción laboral", concluye Quintero.
*Nombre cambiado
Testimonio
"Hay que estar convencido de lo que uno quiere"
Se llama Jessica Alejandra Fuentes, tiene 18 años y no hace mucho se enfrentó al dilema de escoger una carrera. "Dudaba entre periodismo, trabajo social o psicología", cuenta. Al final, y después de pensarlo muy bien, se decantó por la última. Sus dudas se disiparon cuando comenzó un curso de introducción en la Universidad Minuto de Dios. "Allí nos explicaron muy bien en qué consiste la carrera, las expectativas y la proyección que tiene esa carrera", cuenta. En breve comenzará el primer semestre. "Cuando salí del colegio estaba un poco desorientada. Parece algo normal, porque no solo me ocurre a mí. Estoy rodeada de amigos y familiares a los que les ha pasado lo mismo. Algunos incluso han desertado a mitad de los estudios. Es que en el bachillerato no te explican en qué consisten las carreras y qué te vas a encontrar. A mí en el colegio me tocó hacer un curso de logística empresarial y comercio a pesar de que no era lo mío y de que no me gustaban las matemáticas. Yo creo que es muy importante estar convencido de lo que uno quiere".

Cinco pasos para resolver el dilema
1. Comience a pensar en qué le gustaría estudiar un año antes del momento de elegir.
2. Escriba tres asignaturas en las que fue exitoso y tres por las que sintió pasión. Las que reúnan ambas condiciones le pueden dar buenas pistas.
3. Visite las universidades y datéese sobre la oferta académica del programa seleccionado.
4. Indague con profesionales de la carrera que quiere estudiar y pregúnteles por las salidas laborales que tiene.
5. Hable con sus padres y explíqueles que la decisión final está sustentada en los pasos anteriores.



El papel de los padres
Indague sobre la historia académica del joven y sobre sus pasiones y preferencias. Es clave privilegiar los gustos antes que los criterios económicos o sociales.
No intente que sus hijos conviertan en realidad sus frustraciones profesionales.
Y recuerde: acompañar no es hacer las cosas por su hijo, es posibilitar un diálogo en el cual usted lo pueda apoyar.

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