Las ventajas de ser un hijo 'respondón'
Expertos creen que discutir con ellos
tiene beneficios. Si se hace bien, enseña a defender ideas.
Cálmese.
Respire hondo y piense. No le responda con lo primero que se le ocurra, pero
tampoco eluda la situación. Discutir con los hijos -algo que la mayoría de
padres quisiera evitar- quizá les sirva en el futuro. Pero claro, siempre que
se haga con argumentos y sin caer en el irrespeto. Según un estudio de la
Universidad de Virginia (EE. UU.), las sanas discusiones aportan herramientas
que ayudarán a los niños a manejar la presión de grupo -la causante, en algunos
casos, de vicios como drogas y alcohol-.
En la
investigación, publicada en la revista Child Development Journal, se grabaron
150 videos de adolescentes discutiendo con sus madres. Después de tres años, se
les preguntó a lo jóvenes sobre sus experiencias con drogas y alcohol. Quienes
durante las discusiones usaron la razón por encima de los impulsos tenían
"más habilidades para negociar situaciones de presión de grupo", dice
el Dr. Joseph Allen, quien lideró el estudio.
Al
contrario de lo que dicta el sentido común, el hábito de discutir debe
cultivarse desde los primeros años, pues desarrolla la tolerancia, el respeto
por otras opiniones y la capacidad de argumentar y analizar, según Luis Alberto
Rengifo, psicólogo especialista en educación. Se trata de un mecanismo a través
del cual los padres les enseñan a los niños a defender sus ideas y puntos de
vista. Igualmente, el menor aprende a no dejarse deslumbrar por las figuras de
autoridad y a defenderse de los riesgos y peligros de la violencia y agresión
de su entorno, como el matoneo.
Pero,
¿cómo discutir con los hijos cuando son irrespetuosos, andan inmersos en su
mundo y no les interesa interactuar con los papás?
En
estos casos hay que acudir a la firmeza, según lo advierte la terapeuta de
familia Olga Susana Otero. "Hay que decirles 'apaga el computador, que
vamos a conversar'. Hay que hablarles directo y claro", sugiere esta
especialista.
"Si
responden 'ahora no puedo, no tengo tiempo', váyase y haga lo mismo más tarde.
Cuando le pidan permiso o la mesada, conteste que no puede o no tiene
tiempo", apunta Otero, y asegura que esta fórmula no solo funciona, sino
que ayuda a abrir espacios de entendimiento, respeto y autoridad hacia el
padre.
Germán
Soto, pediatra experto en crianza, opina que para que las discusiones generen
habilidades sociales es necesario dar buen ejemplo. Aunque se debe hablar de
todo tipo de temas y de la manera más tranquila, hay cosas que no se pueden
negociar. Según él, los padres siempre deben tener autoridad en el ejercicio de
la crianza, basados en las cualidades y capacidades que demuestran ante sus
hijos. Eso les dará a ellos herramientas para sentir respeto y para que obedezcan
por convicción y no por obligación.
Lo que debe promover
- El buen ejemplo comienza en casa. No se puede exigir algo que el joven no
ha visto en sus padres.
- Explíqueles que todos somos diferentes y que hay que respetar las
diferencias.
- Somos seres humanos y por eso nos equivocamos. No siempre se tiene la
razón.
- Busque un lugar tranquilo para dialogar.
- Que aprendan del error, dependiendo del caso. Permitirles asumir las
consecuencias de sus actos, según su edad, los ayuda a evaluar lo que hicieron
y sus repercusiones.
- Cuando hay temas que no se negocian (como una fiesta hasta altas horas de
la noche, un viaje o que conduzca rápido), explíqueles que es su deber como
padre garantizar su protección y seguridad.
Lo que debe evitar
- Las malas palabras y ataques con términos ofensivos.
- El castigo físico.
- Reaccionar en momentos álgidos de manera fuerte o impositiva.
- Discutir acerca de temas sobre los que no está seguro o si está alterado.
Mejor, aplace la discusión para más tarde.
- Iniciar un diálogo sobre un tema importante en público o delante de los
amigos puede ser contraproducente. Hágalo en privado, a menos que sea algo
trascendental.
- Igualarse con su comportamiento o con sus gestos (por ejemplo, taparse
los oídos o hacerse el que no escucha).
Guía para elegir la carrera correcta
La mitad de los jóvenes que abandonan la
'U' lo hacen porque escogieron mal.
Lorena*, de 21 años, comenzó estudiando Hotelería y
Turismo, pero se retiró en tercer semestre porque, según ella, la universidad le
quedaba lejos. Luego, optó por Odontología, pero en el segundo el mundo de la
salud oral comenzó a parecerle aburrido. Dentro de poco, ingresará a una
escuela de gastronomía, y aunque está convencida de que la cocina sí es lo
suyo, lamenta haber tardado tanto en encontrar su verdadera vocación. "He
sentido frustración y rabia porque les he hecho perder mucho dinero a mis
padres", afirma.
La ausencia de orientación profesional es una de las
principales razones de la deserción universitaria en Colombia. Cinco de cada 10
alumnos dejan las aulas, la mitad de ellos en los dos primeros semestres. En el
50 por ciento de los casos, los jóvenes esgrimen el mismo argumento: 'no era lo
mío'.
Los padres también pagan las consecuencias de estas
salidas en falso. De acuerdo con Carlos Garzón, director de la Fundación
Horizontes Profesionales (organización sin ánimo de lucro dedicada a la
orientación educativa), el abandono de la carrera por parte de un hijo le puede
costar a su familia entre 15 y 25 millones de pesos.
Esta problemática motivó a tres psicólogos de la
Universidad Javeriana a escribir el libro ¿Des-orientados? Mapas y rutas para
la orientación profesional, en el que ofrecen consejos sobre la mejor manera de
elegir carrera y sobre cuál debe ser el papel de los padres en este proceso.
Claudia Reyes, una de las autoras, asegura que la raíz
del problema es que muchos jóvenes están decidiendo solos, basados en el
desconocimiento y en ideas preconcebidas. "Escogen la carrera por el
estatus, la plata, porque es cool, porque fue sugerida por terceros o a causa
de la presión familiar", explica.
Según María Ximena Quintero, otra de las autoras,
muchos jóvenes creen ingenuamente que un test les va a resolver su dilema y
"buscan ayuda cuando ya están muy confundidos".
El libro plantea varias claves para tener mayores
probabilidades de acierto, que tienen que ver con armonizar intereses con
aptitudes, pensar en la carrera como un proyecto de vida, no abandonar los
estudios a la primera mala nota y no idealizar determinadas profesiones.
"No basta con decir 'qué bonito sería ser
ingeniero'. Hay que datearse, conocer la propuesta curricular de la carrera, su
énfasis, su orientación y su campo de acción laboral", concluye Quintero.
*Nombre cambiado
Testimonio
"Hay que estar convencido de lo que uno quiere"
"Hay que estar convencido de lo que uno quiere"
Se llama Jessica Alejandra Fuentes, tiene 18 años y no
hace mucho se enfrentó al dilema de escoger una carrera. "Dudaba entre
periodismo, trabajo social o psicología", cuenta. Al final, y después de
pensarlo muy bien, se decantó por la última. Sus dudas se disiparon cuando
comenzó un curso de introducción en la Universidad Minuto de Dios. "Allí
nos explicaron muy bien en qué consiste la carrera, las expectativas y la
proyección que tiene esa carrera", cuenta. En breve comenzará el primer
semestre. "Cuando salí del colegio estaba un poco desorientada. Parece
algo normal, porque no solo me ocurre a mí. Estoy rodeada de amigos y
familiares a los que les ha pasado lo mismo. Algunos incluso han desertado a
mitad de los estudios. Es que en el bachillerato no te explican en qué
consisten las carreras y qué te vas a encontrar. A mí en el colegio me tocó
hacer un curso de logística empresarial y comercio a pesar de que no era lo mío
y de que no me gustaban las matemáticas. Yo creo que es muy importante estar
convencido de lo que uno quiere".
Cinco pasos para resolver el dilema
1. Comience a pensar en qué le gustaría estudiar
un año antes del momento de elegir.
2. Escriba tres asignaturas en las que fue
exitoso y tres por las que sintió pasión. Las que reúnan ambas condiciones le
pueden dar buenas pistas.
3. Visite las universidades y datéese sobre la
oferta académica del programa seleccionado.
4. Indague con profesionales de la carrera que
quiere estudiar y pregúnteles por las salidas laborales que tiene.
5. Hable con sus padres y explíqueles que la
decisión final está sustentada en los pasos anteriores.
El papel de los padres
Indague sobre la historia académica del joven y sobre
sus pasiones y preferencias. Es clave privilegiar los gustos antes que los
criterios económicos o sociales.
No intente que sus hijos conviertan en realidad sus
frustraciones profesionales.
Y recuerde: acompañar
no es hacer las cosas por su hijo, es posibilitar un diálogo en el cual usted
lo pueda apoyar.
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