Cuando a la anorexia se le suma alcohol
La
ebriorexia está relacionada con trastornos alimentarios y el consumo exagerado
de licor.
¿Qué ocurre cuando una persona que además de
padecer trastornos alimentarios como la anorexia o la bulimia también ingiere
grandes cantidades de alcohol? El resultado es la ebriorexia, un comportamiento
que consiste en dejar de comer y consumir más alcohol. En otras palabras, el
trago se convierte en la principal fuente de energía de los afectados.
Este trastorno -que, sin embargo, no ha sido
reconocido aún por los manuales de enfermedad mental- ha afectado a mujeres
famosas como la siempre polémica Lindsay Lohan, que pasó de ser la niña
consentida de Disney a protagonizar escándalos por consumo de drogas, y la
delgadísima Victoria Beckham, de quien se dice que, además de sufrir de
bulimia, abusa del alcohol.
Si bien existen descripciones detalladas de casos
de ebriorexia, los especialistas prefieren referirse a ella como una tendencia
e incluso como un tipo específico de bulimia o de anorexia.
"Estamos más bien ante un comportamiento que
puede presentarse en afectados por bulimia o anorexia y en personas con
tendencias impulsivas", explica la psicóloga Camila Pombo.
"Si la paciente -asegura en femenino, pues,
afirma, los casos de hombres son mínimos- sabe que se va a tomar media botella
de vodka un día y está obsesionada con sus medidas corporales, hará lo que sea
para compensar reduciendo luego el consumo de comida". La ebriorexia como
conducta tiene una relación más estrecha con la bulimia que con la anorexia,
dado que, como lo afirma la Asociación Americana de Psicología, los anoréxicos
tienden a ser perfeccionistas, mientras que los bulímicos son impulsivos.
"La principal diferencia entre anorexia y
bulimia es el control", aclara Cecilia Caruana, psicóloga de la Asociación
en Defensa de la Atención a la Anorexia Nerviosa y Bulimia (Adaner), de España.
Las personas bulímicas tienen episodios regulares de ingestión excesiva de
alimentos y, en algunos casos, de licor. Después, utilizan distintos métodos
para no aumentar de peso, como vomitar o consumir laxantes. De acuerdo con la
psiquiatra Olga Albornoz, la ebriorexia debe ser tratada de la misma manera que
la anorexia y bulimia. "Lo que pasa es que, en este caso, las personas no
solo se dan atracones de 25 porciones de pizza o 10 ponqués, sino que se beben
15 vodkas o 30 cervezas, y después se sienten culpables".
Cuando alguien que sufre de un trastorno de
alimentación bebe también en exceso, hay que prender las alarmas. "Aquí el
tema de cuidado es el del alcoholismo, un problema mucho más complejo",
concluye Pombo.
¿Cómo
identificarlas y tratarlas?
No pierda de vista la posibilidad de buscar tratamiento médico
1. Además
de los síntomas comunes de la anorexia, hay que estar alerta frente a la
posibilidad de que el paciente aumente su consumo de alcohol, llegue tarde en
la noche y se levante con mal aspecto.
2. Cuando
se ha determinado que un afectado por anorexia o bulimia es propenso al consumo
excesivo de alcohol, hay que pensar en un tratamiento que incluya el de
adicción a sustancias psicoactivas.
3. Los especialistas insisten en que es clave
enseñarles a las personas que padecen ebriorexia que el metabolismo es flexible
y permite tomarse unos tragos un día, sin que se refleje en un aumento de peso.
LAS SIETE MARAVILLAS DEL MUNDO
Las siete maravillas del mundo, usualmente llamadas Las siete maravillas o Las siete maravillas del mundo antiguo eran un conjunto de obras
arquitectónicas que los helenos, especialmente los del Período
helenístico, consideraban dignas de ser visitadas, por
ser para ellos insignes monumentos de la creación y el ingenio humano.
De
todas ellas sólo una, la Gran
Pirámide, permanece en pie pese a las intenciones
presentes y pasadas de reconstruir algunas de ellas.
El
hecho de que cinco de las siete maravillas pertenezcan al mundo helenístico
indica claramente el carácter helenocéntrico de la lista, y sus fechas de
construcción y destrucción también indican que el concepto de las "Siete
Maravillas" debió acuñarse a mediados del siglo III a. C.
Origen y problemas de la lista
La
lista clásica se basa en un breve poema de Antípatro de Sidón hacia
(125 a. C.)
o Antípatro de
Tesalónica (entre 20 a. C. y 20 d. C.)
en el que el poeta alaba las Siete Maravillas del Mundo. Esta lista
originalmente mencionaba la Puerta de
Istar en las murallas de
Babilonia en vez del faro de
Alejandría. Relatos
posteriores efectúan dicho reemplazo.
Sin
embargo, se conservan referencias de otras listas anteriores realizadas por el
historiador Heródoto, o el
ingeniero Filón de
Bizancio, aunque sus escritos no han
perdurado, excepto como referencias.
En
otros textos son los Jardines Colgantes de Babilonia los que no figuran,
estando en su lugar las murallas de la misma ciudad.
Todas
son construcciones humanas y que los griegos pudieran admirar.1 No
se recoge ninguna maravilla natural ni ninguna ruina, por majestuosa que ésta
fuera. En parte es por eso que se habla de una octava maravilla del mundo:
la torre de Babel,
el zigurat de
Babilonia; pero este edificio estaba en ruinas cuando llegaron los soldados
de Alejandro Magno y
la lista de maravillas data de años después. Esta posibilidad de una maravilla
más ha contribuido a acuñar la frase Octava Maravilla del Mundo para
denominar a una obra humana excepcional que se adelanta a su tiempo o muy
significativa.
Las siete
maravillas del mundo
Estas
maravillas, ordenadas según la época de su construcción, son las siguientes:
1.
La Gran Pirámide de Guiza.
Terminada alrededor del año 2570 a. C.,
fue construida para el faraón Keops.
Ubicada en Guiza, Egipto,
es la única de las siete maravillas del mundo antiguo que aún se puede
contemplar.
2.
Los Jardines Colgantes de Babilonia.
Construidos en 605 a. C. - 562 a. C. Ubicados
en la ciudad de Babilonia,
actual Irak.
Perduraron hasta no más allá de 126 a. C.,
cuando la ciudad fue destruida definitivamente por los partos.
3.
El Templo de Artemisa en Éfeso (actual Turquía).
Construido hacia 550 a. C. y
destruido por un incendio intencionado en 356 a. C., Alejandro Magno ordenó
su reconstrucción, culminada tras su muerte en el año 323 a. C. Este
nuevo templo, que debe ser considerado como el incluido dentro de la lista de
las maravillas, fue destruido a su vez por los godos durante
un saqueo en el año 262.
4.
La Estatua de Zeus en Olimpia.
Esculpida hacia 430 a. C. por Fidias.
Ubicada en el interior del templo dedicado
al propio Zeus en Olimpia, Grecia,
desapareció entre 393,
año en que el emperador Teodosio
el Grande prohibió el culto pagano,
y 426,
en que Teodosio II ordenó
la demolición de los monumentos de Olimpia.
5.
El Mausoleo de Halicarnaso.
Construido hacia 353 a. C. y
situado en la ciudad griega de Halicarnaso, actual Bodrum (Turquía).
Se mantuvo en pie a lo largo de los siglos, pero una serie de terremotos hizo
que hacia 1404 ya
hubiera quedado reducido a ruinas.
6.
El Coloso de Rodas.
Construido entre 294 a. C. y 282 a. C. Ubicado
a la entrada del puerto de la ciudad de
Rodas en la isla de Rodas, Grecia,
fue derribado por un terremoto en el año 223 a. C.,
por lo que fue la más efímera de las maravillas.
7.
El Faro de
Alejandría. Construido entre 285 a. C. y 247 a. C. en
la isla de Pharos, en Alejandría (Egipto),
para guiar a los navíos que se dirigían al puerto de la ciudad. Al igual que la
tumba de Mausolo dio
nombre genérico a todos los grandes monumentos funerarios que la siguieron, la
torre de Faros (Pharos) hizo lo propio con las torres de señales para la
navegación. El Faro perduró hasta que los terremotos de 1303 y 1323 lo
redujeron a escombros; en el año 1480,
sus restos fueron reutilizados en la construcción de una fortaleza cercana.
Las evidencias de su existencia
Sobre
muchas de estas maravillas se conserva una breve descripción literaria, pero no
su imagen real. Así, del Coloso de Rodas no se sabe exactamente cuál era su
apariencia, aunque se tiene una idea aproximada gracias a que aparece
representado en algunas monedas de su época; sí se descarta, debido al enorme
tamaño que esto supondría, que tuviera las piernas abiertas sobre la entrada
del puerto de Rodas, como representaciones posteriores han mostrado. Sobre el
Faro y el Mausoleo existen dibujos y descripciones en monedas y del Templo de
Artemisa se conoce su diseño con bastante exactitud gracias a la descripción
dada por Plinio el Viejo,
aunque hay discrepancias respecto a su tamaño.
La
existencia de los Jardines Colgantes no ha sido verificada y el que muchos
relatos griegos sobre la Babilonia conquistada por Alejandro Magno no
los mencionaran hacía pensar que fueron fantasías de los soldados alejandrinos
al llegar a las exuberantes riberas del Éufrates,
tras haber transitado por inmensas regiones áridas y desérticas en su marcha
por el Imperio persa.
Sin embargo, excavaciones arqueológicas han encontrado cimientos de
una gran construcción y el sistema de riego, a unos cientos de metros de donde
los sitúa la tradición iniciada por el historiador griego Estrabón, por lo que su existencia se tiene por probable.
De
las siete maravillas sólo tres fueron destruidas por causas naturales: el Faro
de Alejandría, el Coloso y el Mausoleo, que fueron víctimas de terremotos. El
Artemision de Efeso fue destruido por vandalismo humano, y debemos suponer que
otras dos también, los jardines colgantes de Babilonia, reducidos a ruinas
junto con la ciudad, y la estatua de Zeus en Olimpia destruida para evitar el
culto pagano después de que el imperio romano se convirtiera al cristianismo.
Incluso la Gran Pirámide ha sufrido a lo largo de los siglos la sustracción de
su revestimiento de blanca piedra caliza de Tura (Egipto).
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