Estos son los paraísos que
podríamos disfrutar con un país en paz.
El
conflicto nos obligó a vivir de espaldas a buena parte de la belleza del país.
La paz tiene muchos nombres. Para
unos es poder volver a su tierrita, para otros es ejercer la profesión sin
peligros de ninguna clase. Para los que amamos esta Colombia, sostén de la
biodiversidad del planeta y llena de riquezas y espacios naturales de
incomparable belleza, la paz es poder visitar los parques nacionales, los
llanos y la selva con total tranquilidad. Es poder recuperar esos espacios que
la guerra nos ha robado.
Todos los costados de Colombia
están invadidos por el virus de la belleza extrema: "Ustedes tienen el
país más bello del mundo; ojalá nosotros tuviéramos las riquezas naturales y
los paisajes que ustedes tienen". Esta es la conclusión que se han llevado
del país cerca de 9.000 visitantes, profesionales que han venido animados por
mis artículos, fotos y conferencias en muchos países. ¿Por dónde empezar en
este paraíso donde la belleza se acumula por doquier? ¿Por la selva, los
llanos, la cordillera, las playas, las ciudades?
Recuerdo unas fotos que me pidió
Jacqueline Onassis. Le habían llegado imágenes de los supuestamente más
hermosos lugares del globo, pero ella escogió Jirijirimo, un conjunto de
cascadas, raudales y túneles del río Apaporis, entre Amazonas y Vaupés, como el
más bello del mundo. ¿Por dónde seguimos? Están Caño Cristales, ese sitio que
les descubrí a los colombianos; el hato La Aurora, de Casanare; la Alta
Guajira, la Sierra Nevada del Cocuy o Güicán; el río Vaupés, con el soberbio
espectáculo de la cascada de Yuruparí, o el Meta, con sus bellos arenales.
Necesito muchas más páginas para hablar de las bellezas de nuestro país, pero
aquí encontrará una selección de esos paraísos perdidos que nos devolvería una
Colombia en paz.
Caño Cristales
En Colombia y en muchos países
del mundo lo he presentado como el río más bello del planeta. Lo llamé "el
río de los cinco colores" o "donde se ahogó el arco iris". La
verdad es que desde hace años se puede ir tranquilamente al río, que se
encuentra en el extremo sur de la sierra de La Macarena, pero al norte de la
sierra todavía hay combates.
Hay que llegar al pueblo de La
Macarena, en el Meta. Satena lleva hasta allí; desde el aeropuerto de
Villavicencio salen todos los días avionetas para esta población.
Parque
nacional natural Tuparro
Se encuentra en el Vichada, en
los límites con Venezuela, separados solo por el río Orinoco. Ahora se podrá
transitar más tranquilamente por el Vichada para llegar al parque. Para mí, es
el más completo de Colombia: tiene selvas, sabanas, bosques riparios, ríos,
tepuyes, lagunas, mucha fauna y el raudal de Maipures, el más espectacular del
Orinoco.
La travesía en carro desde el
Llano dura dos días, atravesando Meta y Vichada. También se puede ir desde
Puerto Carreño en carro hasta Garcitas, en el Orinoco. Desde allí se llega en
lancha.
Parque nacional Los Katíos
Es la frontera entre Colombia y
Panamá. Estas selvas del tapón del Darién figuran entre las más importantes del
planeta por ser lugar de paso de flora, fauna y etnias entre Norte, Centro y
Suramérica. Allí se encuentra la impresionante cascada de Tilupo. Las lagunas,
el río Atrato, la fauna, los bosques y la presencia de los indígenas cunas son
los grandes atractivos de la región.
Se entra por Turbo, a donde se
llega por carretera o avión desde Medellín. Ahí se toma una lancha, que
atraviesa el golfo del Darién, recorre el río Atrato y llega hasta el parque.
Chiribiquete
Chiribiquete, "el último
mundo perdido por descubrir en el planeta", es nuestro más extenso parque
nacional, entre Caquetá y Guaviare. Es un territorio virgen, constelado de
picos en forma de mesas, de las que se desprenden muchas cascadas. Hay 'ríos
negros' de impresionante belleza, que nacen en la selva y arrastran aguas
negras y muy brillantes, en tonos oscuros y rojizos. El tanino, el ácido húmico
y el ácido fúlvico (sustancias químicas) les dan esa apariencia. El agua es
ligeramente ácida, pero es muy rica, fresca y potable. La fauna y la flora
están apenas por descubrir en estas fabulosas montañas de la selva.
Se debe llegar en avión a
Miraflores, en el Vaupés. Desde Villavicencio salen los aviones.
El río
Guaviare
Este río, uno de los más largos y
caudalosos de Colombia, se forma cerca de San José de Guaviare por la
confluencia de los ríos Ariari y Guayabero. De allí viene su nombre.
Geográficamente, marca el límite entre el llano y la selva. Su recorrido entre
la capital del Guaviare y el Orinoco es una memorable travesía; los paisajes
variados, los rápidos, los pueblos y las etnias que se visitan a su paso hacen
de esta navegación un recuerdo imborrable.
A San José de Guaviare se llega
desde Villavicencio por carretera o por avión. Desde allí se hace el descenso
del río en lancha.
Ensenada de
Utría
Es parque nacional natural. Si
cesa el conflicto, se podrá navegar más tranquilamente por el Pacífico y
visitar Bahía Solano y el 'eco-resort' El Almejal, para ver las ballenas
jorobadas y la ensenada de Utría. Allí hay atención para los visitantes en
alojamiento y alimentación. La organización Mano Cambiada se encarga del
turismo en esta bella ensenada, rica en corales, mangles, playas y selvas.
Se llega en avión a Bahía Solano
y desde allí el traslado es en lancha. O se puede ir en lancha desde
Buenaventura.
Raudal alto de
Caño Mina
Impresionante cascada de un 'río
negro' en la reserva natural de Puinawai, ubicada entre el Guainía y el
Guaviare. Allí tomé la foto de la portada de mi libro 'Colombia secreta'. Se
debe remontar el río Inírida desde Puerto Inírida. Tiene seis raudales de
increíble belleza. El recorrido ofrece, además, la visión de los célebres
cerros de Mavecuri.
Se llega en lancha desde Puerto
Inírida, la capital del Guainía, remontando el río Inírida durante dos días.
Travesías por
la selva
Una gran aventura es ir de
Araracuara (Caquetá) a La Chorrera (Amazonas), lugares famosos en la historia
de Colombia. El primero, por el fatídico penal del que se decía que quien se
escapaba se lo tragaba la manigua. Y La Chorrera, porque fue el centro de la
nefasta Casa Arana, la que expolió a nuestros indígenas en la época de la
explotación del caucho. En este recorrido encontramos muchos papagayos. La
travesía a pie dura 10 días.
A Araracuara se llega en avión
con la empresa Satena. Allí, un guía hace la travesía, que llega hasta La
Chorrera, desde donde salen también aviones hacia Bogotá.
El río
Putumayo
Los quince días de navegación por
el Putumayo desde Puerto Asís hasta Leticia figuran en mi diario secreto como
una de las más íntimas y maravillosas aventuras de mi vida. Por la derecha está
Ecuador y más abajo se llega al límite con Perú; al dejar Tarapacá se penetra
en Brasil y allí el río cambia de nombre para llamarse Ica ( se pronuncia Izá);
luego entramos al Amazonas, y se navega hasta Leticia. Todavía es posible
encontrar grandes falcas (un tipo de embarcación fluvial) que llevan toneladas
de provisiones a Leticia.
A Puerto Asís, en Putumayo, se
llega por carretera o en avión desde Pasto. En Puerto Asís, una falca hace el
recorrido hasta Leticia.
Volcán Cumbal,
en el departamento de Nariño
Sus 4.700 metros, que todavía
conservan unos palmos de nieve, permiten una subida tranquila, y hasta es
posible dormir en el cráter. Se encuentra cerca de Ipiales y es vecino del
volcán Chiles. Todavía los indios de la región suben en los días de verano a
bajar azufre de la cima, y en la plaza del pueblo de Cumbal venden 'cholados',
helados hechos con el hielo del volcán. Una Colombia en paz permitiría visitar
toda la región sur de Nariño, cuyos paisajes de verde y amarillo de los
sembrados de trigo y cebada agitados por el viento parecen un mar vegetal.
Desde Ipiales (Nariño), a donde
se llega por avión o por carretera, salen vehículos todos los días para el
pueblo de Cumbal. Desde allí se alquila un campero hasta la base del volcán,
que se sube a pie.
El Tiempo
Perdonar
alivia males y eleva el bienestar.
Estrés y emociones negativas
generadas por sentimientos como el odio y la ira causan enfermedades.
Vivir con rencor no solo
obstaculiza el desarrollo personal y profesional, también puede conducir a
tomar decisiones equivocadas y, como lo ha venido demostrando la ciencia, tiene
un efecto negativo sobre la salud.
Desde cuando el psicólogo
estadounidense Robert Ader describió la relación que hay entre los procesos
psicológicos, las emociones y la salud, empezó a hablarse de una nueva
disciplina que se conoce como psiconeuroendocrinoinmunología.
Esta área de estudio ha
permitido encontrar los cómos y los porqués de las relaciones o de la
comunicación entre el sistema nervioso central, el pensamiento e incluso las
defensas del cuerpo. En otras palabras, descubrir las sendas biológicas que
hacen que la mente, las emociones y el cuerpo estén íntimamente
interrelacionadas.
David Felten, reconocido
neurocientífico estadounidense, descubrió, por su parte, que las sustancias que
más impactan en el cerebro y en el sistema de defensas actúan con mayor
intensidad en las zonas que regulan las emociones. Sobre esta base se descubrió
el poderoso efecto que tiene el estado mental de las personas sobre el sistema
nervioso autónomo, que regula la mayoría de las funciones no voluntarias del
cuerpo.
Lo curioso es que se encontró
exactamente en qué punto se reúne este sistema nervioso autónomo con los
linfocitos y los macrófagos, que son las células que se encargan de defender el
cuerpo. Hoy se sabe que sin esas uniones el sistema inmunológico no responde de
manera específica frente a bacterias o virus invasores.
Los investigadores han logrado
establecer que las emociones, el sistema de defensas y las hormonas que se
liberan con el estrés están relacionados, al punto que la adrenalina, la
noradrenalina y el cortisol (sustancias que se elevan con el estrés) bloquean
la función de las células que defienden al cuerpo.
Más que bajas
defensas
De ahí la hipótesis de que el
estrés y las emociones negativas generadas por el rencor, la ira y el odio
pueden causar ciertas enfermedades. Valga recalcar que los investigadores no se
refieren solo a enfermedades relacionadas con la baja de las defensas, también
han cuantificado un doble riesgo para adquirir males como asma, artritis,
dolores, úlceras gástricas y alteraciones cardiovasculares.
Una de las formas más comunes
de sufrimiento está dada por la ansiedad que se magnifica con recuerdos
dolorosos, hechos violentos o duelos sin resolver. Aunque la gente lo evidencia
como un temor no específico, el psicólogo español Pablo Palmero enfatiza que
ese estado ansioso no viene de afuera, sino que tiene asidero en la memoria de
la persona y que puede debilitar funciones importantes para el equilibrio del
organismo.
La ira y la hostilidad
generados por sentimientos de venganza activan las glándulas que producen el
cortisol, la epinefrina y la norepinefrina, que pueden afectar el
funcionamiento de neuronas en el hipocampo, un área del cerebro relacionada con
el aprendizaje; si la situación se prolonga, estas células cerebrales pueden
morir.
Menos depresión
Casi al mismo tiempo que se
estableció que las emociones negativas afectan la salud, los investigadores
empezaron a preguntarse si ésta se beneficiaba cuando dejan de experimentarse
sentimientos negativos.
Frederic Luskin, PH. D. e
investigador de la Universidad de Stanford, es considerado un pionero en la
respuesta a este interrogante. Asegura que las personas que aprenden a perdonar
experimentan menos ansiedad y estrés, elevan su seguridad, se deprimen menos y
tienen mejor salud.
Entre los estudios que lo
ratifican se encuentra el de Van Oyen, que en el 2001 demostró que cuando la
gente perdona a su ofensor experimenta mejoras en los sistemas nervioso y
cardiovascular. Otra investigación de la Universidad de Wisconsin relacionó, en
el 2000, la intensidad del perdón con una mejoría en ciertas enfermedades. En
dicho trabajo, quienes más perdonaron reportaron menos síntomas como dolor,
insomnio y malestares respiratorios (incluido el asma). En un estudio llevado a
cabo por Luskin en el 2008 con la U. de Wisconsin, se demostró que aprender a
perdonar reduce el estrés a corto plazo.
A pesar de que todo apunta a
que el perdón tiene importantes efectos en el plano emocional y físico, a grado
tal que puede cuantificarse en términos de bienestar y ausencia de enfermedades,
se sabe que el perdón como herramienta terapéutica es una disciplina que apenas
empieza a conocerse desde el plano de la evidencia. Lo que es claro es que
perdonar hace que la gente se sienta mucho mejor.
* Neurofisiólogo clínico,
especialista en medicina física y rehabilitación.
Lo que debe
tener en cuenta
<!--[if !supportLists]-->1. <!--[endif]-->Recuerde. Rememore el daño en forma
objetiva, sin juzgar y sin quitarle ni agregarle nada. Evite la autocompasión.
<!--[if !supportLists]-->2. <!--[endif]-->Sea empático. No vea al otro como un malvado.
Intente comprender por qué le hizo daño.
<!--[if !supportLists]-->3. <!--[endif]-->Sea altruista. Lo que cabe es perdonar, aunque
no sea fácil; asúmalo como una especie de regalo desinteresado.
<!--[if !supportLists]-->4. <!--[endif]-->Hágalo público. Escriba un
certificado de perdón al agresor y cuéntele a algún amigo.
5. Perdone,
no olvide. Perdonar
no es borrar los recuerdos, es cambiarles las etiquetas. Recordar no significa
falta de perdón.
EDICIÓN EL TIEMPO
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