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domingo, 23 de septiembre de 2012

PODRÍA AYUDAR A LA PAZ ?


Estos son los paraísos que podríamos disfrutar con un país en paz.

El conflicto nos obligó a vivir de espaldas a buena parte de la belleza del país.

La paz tiene muchos nombres. Para unos es poder volver a su tierrita, para otros es ejercer la profesión sin peligros de ninguna clase. Para los que amamos esta Colombia, sostén de la biodiversidad del planeta y llena de riquezas y espacios naturales de incomparable belleza, la paz es poder visitar los parques nacionales, los llanos y la selva con total tranquilidad. Es poder recuperar esos espacios que la guerra nos ha robado.


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Todos los costados de Colombia están invadidos por el virus de la belleza extrema: "Ustedes tienen el país más bello del mundo; ojalá nosotros tuviéramos las riquezas naturales y los paisajes que ustedes tienen". Esta es la conclusión que se han llevado del país cerca de 9.000 visitantes, profesionales que han venido animados por mis artículos, fotos y conferencias en muchos países. ¿Por dónde empezar en este paraíso donde la belleza se acumula por doquier? ¿Por la selva, los llanos, la cordillera, las playas, las ciudades?

Recuerdo unas fotos que me pidió Jacqueline Onassis. Le habían llegado imágenes de los supuestamente más hermosos lugares del globo, pero ella escogió Jirijirimo, un conjunto de cascadas, raudales y túneles del río Apaporis, entre Amazonas y Vaupés, como el más bello del mundo. ¿Por dónde seguimos? Están Caño Cristales, ese sitio que les descubrí a los colombianos; el hato La Aurora, de Casanare; la Alta Guajira, la Sierra Nevada del Cocuy o Güicán; el río Vaupés, con el soberbio espectáculo de la cascada de Yuruparí, o el Meta, con sus bellos arenales. Necesito muchas más páginas para hablar de las bellezas de nuestro país, pero aquí encontrará una selección de esos paraísos perdidos que nos devolvería una Colombia en paz.
Caño Cristales
En Colombia y en muchos países del mundo lo he presentado como el río más bello del planeta. Lo llamé "el río de los cinco colores" o "donde se ahogó el arco iris". La verdad es que desde hace años se puede ir tranquilamente al río, que se encuentra en el extremo sur de la sierra de La Macarena, pero al norte de la sierra todavía hay combates.
Hay que llegar al pueblo de La Macarena, en el Meta. Satena lleva hasta allí; desde el aeropuerto de Villavicencio salen todos los días avionetas para esta población.

Parque nacional natural Tuparro

Se encuentra en el Vichada, en los límites con Venezuela, separados solo por el río Orinoco. Ahora se podrá transitar más tranquilamente por el Vichada para llegar al parque. Para mí, es el más completo de Colombia: tiene selvas, sabanas, bosques riparios, ríos, tepuyes, lagunas, mucha fauna y el raudal de Maipures, el más espectacular del Orinoco.
La travesía en carro desde el Llano dura dos días, atravesando Meta y Vichada. También se puede ir desde Puerto Carreño en carro hasta Garcitas, en el Orinoco. Desde allí se llega en lancha.

Parque nacional Los Katíos

Es la frontera entre Colombia y Panamá. Estas selvas del tapón del Darién figuran entre las más importantes del planeta por ser lugar de paso de flora, fauna y etnias entre Norte, Centro y Suramérica. Allí se encuentra la impresionante cascada de Tilupo. Las lagunas, el río Atrato, la fauna, los bosques y la presencia de los indígenas cunas son los grandes atractivos de la región.
Se entra por Turbo, a donde se llega por carretera o avión desde Medellín. Ahí se toma una lancha, que atraviesa el golfo del Darién, recorre el río Atrato y llega hasta el parque.

Chiribiquete

Chiribiquete, "el último mundo perdido por descubrir en el planeta", es nuestro más extenso parque nacional, entre Caquetá y Guaviare. Es un territorio virgen, constelado de picos en forma de mesas, de las que se desprenden muchas cascadas. Hay 'ríos negros' de impresionante belleza, que nacen en la selva y arrastran aguas negras y muy brillantes, en tonos oscuros y rojizos. El tanino, el ácido húmico y el ácido fúlvico (sustancias químicas) les dan esa apariencia. El agua es ligeramente ácida, pero es muy rica, fresca y potable. La fauna y la flora están apenas por descubrir en estas fabulosas montañas de la selva.
Se debe llegar en avión a Miraflores, en el Vaupés. Desde Villavicencio salen los aviones.

El río Guaviare

Este río, uno de los más largos y caudalosos de Colombia, se forma cerca de San José de Guaviare por la confluencia de los ríos Ariari y Guayabero. De allí viene su nombre. Geográficamente, marca el límite entre el llano y la selva. Su recorrido entre la capital del Guaviare y el Orinoco es una memorable travesía; los paisajes variados, los rápidos, los pueblos y las etnias que se visitan a su paso hacen de esta navegación un recuerdo imborrable.
A San José de Guaviare se llega desde Villavicencio por carretera o por avión. Desde allí se hace el descenso del río en lancha.

Ensenada de Utría

Es parque nacional natural. Si cesa el conflicto, se podrá navegar más tranquilamente por el Pacífico y visitar Bahía Solano y el 'eco-resort' El Almejal, para ver las ballenas jorobadas y la ensenada de Utría. Allí hay atención para los visitantes en alojamiento y alimentación. La organización Mano Cambiada se encarga del turismo en esta bella ensenada, rica en corales, mangles, playas y selvas.
Se llega en avión a Bahía Solano y desde allí el traslado es en lancha. O se puede ir en lancha desde Buenaventura.

Raudal alto de Caño Mina

Impresionante cascada de un 'río negro' en la reserva natural de Puinawai, ubicada entre el Guainía y el Guaviare. Allí tomé la foto de la portada de mi libro 'Colombia secreta'. Se debe remontar el río Inírida desde Puerto Inírida. Tiene seis raudales de increíble belleza. El recorrido ofrece, además, la visión de los célebres cerros de Mavecuri.
Se llega en lancha desde Puerto Inírida, la capital del Guainía, remontando el río Inírida durante dos días.

Travesías por la selva

Una gran aventura es ir de Araracuara (Caquetá) a La Chorrera (Amazonas), lugares famosos en la historia de Colombia. El primero, por el fatídico penal del que se decía que quien se escapaba se lo tragaba la manigua. Y La Chorrera, porque fue el centro de la nefasta Casa Arana, la que expolió a nuestros indígenas en la época de la explotación del caucho. En este recorrido encontramos muchos papagayos. La travesía a pie dura 10 días.
A Araracuara se llega en avión con la empresa Satena. Allí, un guía hace la travesía, que llega hasta La Chorrera, desde donde salen también aviones hacia Bogotá.

El río Putumayo

Los quince días de navegación por el Putumayo desde Puerto Asís hasta Leticia figuran en mi diario secreto como una de las más íntimas y maravillosas aventuras de mi vida. Por la derecha está Ecuador y más abajo se llega al límite con Perú; al dejar Tarapacá se penetra en Brasil y allí el río cambia de nombre para llamarse Ica ( se pronuncia Izá); luego entramos al Amazonas, y se navega hasta Leticia. Todavía es posible encontrar grandes falcas (un tipo de embarcación fluvial) que llevan toneladas de provisiones a Leticia.
A Puerto Asís, en Putumayo, se llega por carretera o en avión desde Pasto. En Puerto Asís, una falca hace el recorrido hasta Leticia.
Volcán Cumbal, en el departamento de Nariño
Sus 4.700 metros, que todavía conservan unos palmos de nieve, permiten una subida tranquila, y hasta es posible dormir en el cráter. Se encuentra cerca de Ipiales y es vecino del volcán Chiles. Todavía los indios de la región suben en los días de verano a bajar azufre de la cima, y en la plaza del pueblo de Cumbal venden 'cholados', helados hechos con el hielo del volcán. Una Colombia en paz permitiría visitar toda la región sur de Nariño, cuyos paisajes de verde y amarillo de los sembrados de trigo y cebada agitados por el viento parecen un mar vegetal.
Desde Ipiales (Nariño), a donde se llega por avión o por carretera, salen vehículos todos los días para el pueblo de Cumbal. Desde allí se alquila un campero hasta la base del volcán, que se sube a pie.

El Tiempo

Perdonar alivia males y eleva el bienestar.

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Estrés y emociones negativas generadas por sentimientos como el odio y la ira causan enfermedades.
Vivir con rencor no solo obstaculiza el desarrollo personal y profesional, también puede conducir a tomar decisiones equivocadas y, como lo ha venido demostrando la ciencia, tiene un efecto negativo sobre la salud.
Desde cuando el psicólogo estadounidense Robert Ader describió la relación que hay entre los procesos psicológicos, las emociones y la salud, empezó a hablarse de una nueva disciplina que se conoce como psiconeuroendocrinoinmunología.

Esta área de estudio ha permitido encontrar los cómos y los porqués de las relaciones o de la comunicación entre el sistema nervioso central, el pensamiento e incluso las defensas del cuerpo. En otras palabras, descubrir las sendas biológicas que hacen que la mente, las emociones y el cuerpo estén íntimamente interrelacionadas.

David Felten, reconocido neurocientífico estadounidense, descubrió, por su parte, que las sustancias que más impactan en el cerebro y en el sistema de defensas actúan con mayor intensidad en las zonas que regulan las emociones. Sobre esta base se descubrió el poderoso efecto que tiene el estado mental de las personas sobre el sistema nervioso autónomo, que regula la mayoría de las funciones no voluntarias del cuerpo.

Lo curioso es que se encontró exactamente en qué punto se reúne este sistema nervioso autónomo con los linfocitos y los macrófagos, que son las células que se encargan de defender el cuerpo. Hoy se sabe que sin esas uniones el sistema inmunológico no responde de manera específica frente a bacterias o virus invasores.

Los investigadores han logrado establecer que las emociones, el sistema de defensas y las hormonas que se liberan con el estrés están relacionados, al punto que la adrenalina, la noradrenalina y el cortisol (sustancias que se elevan con el estrés) bloquean la función de las células que defienden al cuerpo.

Más que bajas defensas

De ahí la hipótesis de que el estrés y las emociones negativas generadas por el rencor, la ira y el odio pueden causar ciertas enfermedades. Valga recalcar que los investigadores no se refieren solo a enfermedades relacionadas con la baja de las defensas, también han cuantificado un doble riesgo para adquirir males como asma, artritis, dolores, úlceras gástricas y alteraciones cardiovasculares.

Una de las formas más comunes de sufrimiento está dada por la ansiedad que se magnifica con recuerdos dolorosos, hechos violentos o duelos sin resolver. Aunque la gente lo evidencia como un temor no específico, el psicólogo español Pablo Palmero enfatiza que ese estado ansioso no viene de afuera, sino que tiene asidero en la memoria de la persona y que puede debilitar funciones importantes para el equilibrio del organismo.

La ira y la hostilidad generados por sentimientos de venganza activan las glándulas que producen el cortisol, la epinefrina y la norepinefrina, que pueden afectar el funcionamiento de neuronas en el hipocampo, un área del cerebro relacionada con el aprendizaje; si la situación se prolonga, estas células cerebrales pueden morir.

Menos depresión

Casi al mismo tiempo que se estableció que las emociones negativas afectan la salud, los investigadores empezaron a preguntarse si ésta se beneficiaba cuando dejan de experimentarse sentimientos negativos.
Frederic Luskin, PH. D. e investigador de la Universidad de Stanford, es considerado un pionero en la respuesta a este interrogante. Asegura que las personas que aprenden a perdonar experimentan menos ansiedad y estrés, elevan su seguridad, se deprimen menos y tienen mejor salud.

Entre los estudios que lo ratifican se encuentra el de Van Oyen, que en el 2001 demostró que cuando la gente perdona a su ofensor experimenta mejoras en los sistemas nervioso y cardiovascular. Otra investigación de la Universidad de Wisconsin relacionó, en el 2000, la intensidad del perdón con una mejoría en ciertas enfermedades. En dicho trabajo, quienes más perdonaron reportaron menos síntomas como dolor, insomnio y malestares respiratorios (incluido el asma). En un estudio llevado a cabo por Luskin en el 2008 con la U. de Wisconsin, se demostró que aprender a perdonar reduce el estrés a corto plazo.

A pesar de que todo apunta a que el perdón tiene importantes efectos en el plano emocional y físico, a grado tal que puede cuantificarse en términos de bienestar y ausencia de enfermedades, se sabe que el perdón como herramienta terapéutica es una disciplina que apenas empieza a conocerse desde el plano de la evidencia. Lo que es claro es que perdonar hace que la gente se sienta mucho mejor.
* Neurofisiólogo clínico, especialista en medicina física y rehabilitación.

Lo que debe tener en cuenta
<!--[if !supportLists]-->1.     <!--[endif]-->Recuerde. Rememore el daño en forma objetiva, sin juzgar y sin quitarle ni agregarle nada. Evite la autocompasión.

<!--[if !supportLists]-->2.     <!--[endif]-->Sea empático. No vea al otro como un malvado. Intente comprender por qué le hizo daño.


<!--[if !supportLists]-->3.     <!--[endif]-->Sea altruista. Lo que cabe es perdonar, aunque no sea fácil; asúmalo como una especie de regalo desinteresado.

<!--[if !supportLists]-->4.     <!--[endif]-->Hágalo público. Escriba un certificado de perdón al agresor y cuéntele a algún amigo.


5. Perdone, no olvide. Perdonar no es borrar los recuerdos, es cambiarles las etiquetas. Recordar no significa falta de perdón.

EDICIÓN EL TIEMPO

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