Las ventajas del juego
y el deporte en familia
Se acercan las vacaciones, la Navidad, el descanso, un
momento ideal para revivir el juego.
En los éxitos de un deportista
casi siempre encontramos una familia que lo apoya incondicionalmente y que hace
esfuerzos y sacrificios para que logre alcanzar sus metas. Así lo vemos en
nuestros medallistas olímpicos como Mariana Pajón, Oscar Figueroa o Yuri
Alvear. Ellos contaron siempre con el soporte de sus seres queridos y
triunfaron. En el caso de Mariana, sus padres también han practicado deportes,
su hermano mayor fue bicicrosista y después kartista, y el menor le sigue los
pasos.
En entrevista publicada en la
revista Bocas, edición de octubre de este año, ella acepta que sus padres “se
han gozado su formación” y que ha pasado delicioso viajando a las competencias
con las otras familias del equipo; que su mamá “es muy fuerte y afronta los
problemas muy bien”, que ella hace lo que le gusta y que en su casa “todo es
positivo, y al que diga algo negativo se le hace la raya”. Ha conseguido sus
triunfos gracias a un ambiente familiar positivo, a creer en sus capacidades y
a entrenar con dedicación y disciplina.
¿Cuáles son las
ventajas?
Jugar y hacer cosas divertidas en
familia o practicar un deporte tiene efectos muy positivos en la cohesión del
grupo y en el equilibrio físico, emocional y social. Al jugar juntos nos
conocemos mejor, logramos expresar y comunicar espontáneamente nuestros
pensamientos y estrechamos los vínculos afectivos.
Además, desarrollamos la empatía,
es decir, la capacidad de ponernos en el lugar del otro, la cooperación y la
posibilidad de compartir intereses. Está comprobado que hacer parte de un
equipo fortalece la honestidad, evita el aburrimiento y establece disciplina.
Durante la práctica de un deporte
o simplemente jugando por diversión podemos demostrar afecto y consideración,
expresar molestia o enojo y hasta hacer alianzas transitorias, pues la familia
es el contexto que nos lo permite, siempre y cuando exista comprensión y
apertura hacia las ideas de los demás. En el proceso de aprender a controlar la
ira, esto resulta excelente y debe ser aprovechado para que los chicos desarrollen
autocontrol y logren manifestar su frustración sin lesionar a otras personas,
sin destruir objetos y sin hacerse daño a sí mismos.
Debido a que el juego es una de
las actividades preferidas por niños y jóvenes se convierte en un excelente me
dio de unión familiar y de prevención de actividades poco saludables. Reduce,
por ejemplo, el tiempo de dedicación a la televisión y a los videojuegos y
sirve para que los niños aprendan a administrar su tiempo de ocio.
Y cuando varios miembros de la
familia se dedican a los deportes se crea un buen ambiente con oportunidades
para compartir, ayudarse y ampliar las relaciones sociales al hacer parte de un
equipo o participar en competencias.
Mientras jugamos en grupo estamos
comunicando y transmitiendo valores y sanas formas de relacionarnos con los
demás, pues las actividades deportivas son especialmente buenas para
socializar. Por ejemplo, aprendemos a esperar el turno, a ser honestos, nos
volvemos más tolerantes, aprendemos a perder y a disfrutar con la ganancia del
otro y a competir manteniendo una actitud positiva. Todo este aprendizaje debe
iniciarse en el contexto familiar y desde edad temprana para que se refleje en
nuestro comportamiento social más adelante.
Los padres pueden lograr un mejor
conocimiento de sus hijos si los observan en el juego libre o mientras
practican su deporte preferido. Allí pueden darse cuenta si son competitivos o
colaboradores, si se vuelven agresivos, cuál es su capacidad para buscar
soluciones y tomar decisiones, si no acatan las reglas o si se dejan vencer
fácilmente. También escucharán sus comentarios y opiniones acerca de las
técnicas del juego, lo que piensa de las reacciones y comportamientos de los
otros y el valor que tiene para ellos la competencia. Pero, no se trata solamente
de verlos jugar, lo mejor es participar e involucrarse con los hijos en un
deporte, motivándolos, sin presionarlos ni obligarlos, para evitar que terminen
abandonando la actividad.
Hacer planes juntos, como ir a
jugar fútbol, pasear en bicicleta o escalar hacen sentir a los hijos partícipes
de las decisiones familiares y les permite asumir retos y responsabilidades.
Por ejemplo, levantarse temprano y salir a tiempo para ir a un partido,
encargarse del cuidado de elementos como bates, pelotas, patines y uniformes,
organizar horarios para cumplir con los deberes escolares y sus otras
actividades, etc.
Buena actitud para
disfrutar
Juego y deporte deben
considerarse como actividades divertidas que nos deben producir placer. Es
fundamental que los niños aprendan que, aún en competencias, hay que mantener
una buena actitud, saber disfrutar y evitar el estrés. Cuando alguien no sabe
perder o no puede admitir que otros sean mejores termina por alterar la armonía
que debe existir en un grupo. En cambio, si hacen su mejor esfuerzo, si aceptan
sus reales capacidades y habilidades y persisten para superar las dificultades,
van a mejorar su autoestima. Lo fundamental es que las dos actividades sirvan
para fortalecer las relaciones familiares y sean una valiosa herramienta en el
proceso educativo.
'Optimistas
viven más y trabajan mejor': nuevo gurú de la felicidad
Emilio Duró es algo
así como el colmo del optimismo: un español que pregona que "vivimos el
mejor de los tiempos" como si la crisis no fuera con él. Pero su discurso
-un popurrí en el que caben psicología, medicina, autoayuda y sentido común- ha
calado hondo. Tanto que desde hace dos años, cuando alguien colgó una
conferencia suya en YouTube, recibe 50 peticiones a la semana para dar charlas
sobre la felicidad.
Con un lenguaje llano,
y entre chiste y chanza, este administrador de empresas desgrana consejos que
si no te cambian la vida por lo menos te hacen reír. Esta semana visitó a
Bogotá, invitado por la Escuela de Negocios Aden; y EL TIEMPO habló con él.
¿Cómo se convirtió en
el gurú del optimismo?
Siempre he sido un
privilegiado, pero en un momento de mi vida me di cuenta de que el dinero y el
poder no me hacían feliz, que no me cuidaba lo suficiente, que vivía de mal
humor, que no dedicaba tiempo a mi familia...
Pero Groucho Marx
decía que la felicidad está en las pequeñas cosas: un pequeño yate, una pequeña
mansión...
Está claro que las
comodidades nos alegran la vida, pero cuando uno pierde las ganas de vivir,
desde el yate de lujo solo se busca el lugar más hondo del océano para
arrojarse.
La depresión es una
suerte de plaga del siglo XXI. ¿Por qué?
Porque vivimos más.
Hemos pasado en menos de 200 años de luchar por sobrevivir y tener una
esperanza de vida de menos de 40 años a tener que luchar por 'vivir felizmente'
durante casi 100 años. Solo hasta hace poco, la medicina ha pasado de buscar
poner años a la vida, a poner vida a los años.
¿De verdad cree que
vivimos el mejor de los tiempos?
Nuestros antepasados
vivían mucho peor que nosotros y nuestros hijos vivirán mucho mejor. Pensemos
solo en los medicamentos, las comodidades, los conocimientos, las posibilidades
de viajar que tenemos hoy... Somos afortunados.
Pero, ¿cómo decirle a
alguien que ha perdido su empleo o a un ser querido que es un afortunado?
Tiene razón, es fácil
ver la parte positiva cuando todo va bien y muy difícil cuando las cosas se
tuercen. Pero con casi 100 años de esperanza de vida todos vamos a tener golpes
duros que nos harán dudar de nosotros.
¿Cuál es la diferencia
clave entre un pesimista y un optimista?
Que el pesimista
supedita su futuro a las circunstancias y el optimista cree tener el futuro en
sus manos. Cuando hay un problema, el primero busca culpables y el segundo,
soluciones. Solo el 18 por ciento de la población pertenece al último grupo.
En Colombia debe de
estar buena parte de ese 18 por ciento; siempre punteamos en los 'rankings' de
felicidad...
Creo que Colombia es
un país objetivamente feliz, con una importante vida familiar, donde la gente
aún se toca, se ayuda, donde aún se cuidan los amigos.
Aparte de la cercanía
con los seres queridos, ¿qué otros aspectos hay que cuidar?
El cuerpo, haciendo
deporte, tomando complejos vitamínicos y practicando la relajación; y el
intelecto, leyendo y siendo curioso, para que no se nos mueran las conexiones
neuronales. También hay que ayudar a otros. No conozco a ninguna persona que
dedique su vida al servicio a los demás y que no sea feliz.
¿Cuál es el mayor
enemigo de la felicidad?
El miedo, que
heredamos de nuestro pasado cavernícola. Hace que no variemos costumbres,
(miedo al cambio); no intentemos luchar por nuestros sueños (miedo al fracaso)
o hagamos lo que les gusta a los demás, aunque a nosotros nos desagrade (miedo
al rechazo).
Frases que lo han hecho famoso
"Un perro no es
feliz cuando come, sino cuando le estás preparando la comida. La felicidad no
viene de conseguir algo sino de tener motivos por los cuales levantarse cada
mañana".
"No hay nada peor
que te vaya bien en un trabajo que odias. Si tienes un empleado que no está
feliz échalo".
"El 99 por ciento
de todo lo que preocupa a la gente son cosas que nunca han pasado ni
pasarán".
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