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miércoles, 20 de julio de 2011

EDUCACIÓN ¿ ? - LA COLOMBIA MODERNA

Notas - Informes - Efemérides - eventos - Proyectos - Otros - Tareas - Acompañamientos - La realidad del Técnico Industrial LPN, visto desde la óptica periodística estudiantil; para nosotros y el mundo.


LA ALIENACIÓN ACTUAL O NUEVO ESCLAVISMO Y LA EDUCACIÓN

(Compilación para docentes)   -   Por: Libardo García Gallego (Cogitando) 
Contribución de OTILIO ARÉVALO
    
 Con frecuencia nos preguntamos: ¿Por qué la gente más pobre es la más incondicional al gobierno (claro, al gobierno burgués)?. Algunos responden: “por la necesidad de una limosna”; otros, “por su ignorancia”; unos más responsabilizan a los periodistas de mayor rating de tenerlos atontados con la misma cháchara cotidiana, según la cual el gobierno cumple su función constitucional resolviendo las necesidades populares, mientras la oposición no pasa de la crítica, se empeña en destruir y  subvalorar las acciones gubernamentales y no hace nada en bien de los excluidos. Es claro que los sectores populares son mayormente manipulados por los medios de comunicación y que, exceptuando un sector de personas conscientes, carecen de autonomía intelectual para analizar objetivamente la situación económica, política y social del país. Esto sucede porque  los gobernantes recurren a múltiples maneras, en especial la propaganda, para mantener engañados a sus gobernados,  sometiéndolos psicológicamente y haciéndoles creer que ellos son los mejores administradores del Estado y que los demás, los opositores, son simplemente unos envidiosos, unos criticones irresponsables y hasta terroristas enemigos del bienestar de los humildes. A este proceso mediante el cual se le impone al pueblo la voluntad de la clase gobernante, se le distorsiona la realidad y se le “obliga” a pensar según convenga a los intereses de la clase dominante es a lo que denominamos alienación. Y a la gente, víctimas de estas prácticas, carentes de autonomía moral e intelectual, la llamamos “pueblo alienado”. Los partidos o movimientos contrarios al ideario burgués harían suficiente con enseñarles a los desinformados o mal informados a interpretar  la realidad con otros lentes, claro, si les fuera permitido.
     Tan infame manipulación es posible gracias a la ignorancia y el engaño en que hemos nacido y crecido. El analfabetismo paternal más el cuasi analfabetismo docente, incapaces de descubrir la verdad, generan masas de esclavos. La célebre sentencia “La verdad os hará libres” es un imposible cuando desconocemos nuestros orígenes, las múltiples concepciones humanas acerca de nuestra propia existencia con la adhesión a los innumerables mitos y creencias religiosas; los variados sistemas económicos, sociales y políticos.
     Educar dentro de una auténtica democracia implica proporcionar a todas las personas (niño(a)s, jóvenes, mayores) todos los elementos científico conceptuales que les ayuden a deducir sus propias conclusiones y a adoptar las actitudes científicas,  intelectuales, ideológicas, éticas y culturales con las cuales se considere identificado(a). Por ejemplo, antes de afiliarse a un credo religioso, la persona debe conocer las diversas opciones existentes al respecto: catolicismo, protestantismo, islamismo, ateísmo, etc. y las diferentes variables en cada caso. Lo mismo ocurre en relación con las ideas políticas: liberales, conservadoras, comunistas, socialistas, anarquistas, etc.
     Una escuela que menosprecia el pensar y dedica todo el tiempo a la instrucción  en manualidades,  a reproducir la fuerza de trabajo material, no está en condiciones de formar seres libres, autónomos; ni siquiera de promover la creatividad. Es una escuela interesada en mantener alienados a sus alumnos.
     Alienación deriva del latín alienus, algo ajeno o extraño, cuando la persona se desnaturaliza o se transforma en un ser ajeno a sí mismo. Para Marx, el ser humano se siente alienado al ser desposeído del producto de su trabajo, convirtiéndose él mismo en una mercancía similar al producto que produce. No sólo pierde su producto sino su individualidad. Esta es la alienación económica. Pero también existen: la alienación filosófica, consistente en el espejismo de pretender comprender la realidad al margen de las condiciones concretas de la existencia humana; la alienación ideológica, que mediante la deformación de la realidad justifica y enmascara las contradicciones sociales, oponiéndose a los cambios sociales; la alienación política, que considera al Estado capitalista como el representante de la conciliación de intereses particulares sin lograr comprender que éste es un instrumento represivo de la clase dominante; la alienación religiosa, que proyecta en un ser imaginario (dios) todos los atributos que le pertenecen a las personas; la alienación social, que oculta el conflicto de clases bajo la ilusión de una sociedad armónica.
     La alienación es un fenómeno generalizado en el mundo. Han existido grandes magos en la utilización de métodos de dominación de la sociedad. En el siglo pasado descolló en Alemania uno de ellos, el Dr. Paul Joseph Goebbels, Ministro de la Propaganda del régimen nazi, encabezado por Adolfo Hitler, y en Colombia, hace poco uno de sus alumnos es el muy conocido José Obdulio Gaviria, asesor del oscuro gobierno de Alvaro Uribe. El ideario de Goebbels se condensa en estos 11 principios, los mismos que actualmente siguen al dedillo los más hábiles  propagandistas del mundo:
1.      Prin­ci­pio de sim­pli­fi­ca­ción y del enemigo único. Adop­tar una única idea, un único Sím­bolo; Indi­vi­dua­li­zar al adver­sa­rio en un único enemigo.
2.      Prin­ci­pio del método de con­ta­gio. Reunir diver­sos adver­sa­rios en una sola cate­go­ría o indi­vi­duo; Los adver­sa­rios han de cons­ti­tuirse en suma individualizada.
3.      Prin­ci­pio de la trans­po­si­ción. Car­gar sobre el adver­sa­rio los pro­pios erro­res o defec­tos, res­pon­diendo el ata­que con el ata­que. “Si no pue­des negar las malas noti­cias, inventa otras que las distraigan”.
4.      Prin­ci­pio de la exa­ge­ra­ción y des­fi­gu­ra­ción. Con­ver­tir cual­quier anéc­dota, por pequeña que sea, en ame­naza grave.
5.      Prin­ci­pio de la vul­ga­ri­za­ción. “Toda pro­pa­ganda debe ser popu­lar, adap­tando su nivel al menos inte­li­gente de los indi­vi­duos a los que va diri­gida. Cuanto más grande sea la masa a con­ven­cer, más pequeño ha de ser el esfuerzo men­tal a rea­li­zar. La capa­ci­dad recep­tiva de las masas es limi­tada y su com­pren­sión escasa; ade­más, tie­nen gran faci­li­dad para olvidar”.
6.      Prin­ci­pio de orques­ta­ción. “La pro­pa­ganda debe limi­tarse a un número pequeño de ideas y repe­tir­las incan­sa­ble­mente, pre­sen­ta­das una y otra vez desde dife­ren­tes pers­pec­ti­vas pero siem­pre con­ver­giendo sobre el mismo con­cepto. Sin fisu­ras ni dudas”. De aquí viene tam­bién la famosa frase: “Si una men­tira se repite sufi­cien­te­mente, acaba por con­ver­tirse en verdad”.
7.      Prin­ci­pio de reno­va­ción. Hay que emi­tir cons­tan­te­mente infor­ma­cio­nes y argu­men­tos nue­vos a un ritmo tal que cuando el adver­sa­rio res­ponda el público esté ya intere­sado en otra cosa. Las res­pues­tas del adver­sa­rio nunca han de poder con­tra­rres­tar el nivel cre­ciente de acusaciones.
8.      Prin­ci­pio de la vero­si­mi­li­tud. Cons­truir argu­men­tos a par­tir de fuen­tes diver­sas, a tra­vés de los lla­ma­dos glo­bos son­das o de infor­ma­cio­nes fragmentarias.
9.      Prin­ci­pio de la silen­cia­ción. Aca­llar sobre las cues­tio­nes sobre las que no se tie­nen argu­men­tos y disi­mu­lar las noti­cias que favo­re­cen el adver­sa­rio, tam­bién con­tra­pro­gra­mando con la ayuda de medios de comu­ni­ca­ción afines.
10.  Prin­ci­pio de la trans­fu­sión. Por regla gene­ral la pro­pa­ganda opera siem­pre a par­tir de un sus­trato pre­exis­tente, ya sea una mito­lo­gía nacio­nal o un com­plejo de odios y pre­jui­cios tra­di­cio­na­les; se trata de difun­dir argu­men­tos que pue­dan arrai­gar en acti­tu­des primitivas.
11.  Prin­ci­pio de la una­ni­mi­dad. Lle­gar a con­ven­cer a mucha gente que se piensa “como todo el mundo”, creando impre­sión de unanimidad.
     Sin embargo estos principios no son hechos archivados en el pasado. Hoy son peores, no sólo se han extendido a todas las actividades humanas sino que, mediante sofisticados métodos nanotecnológicos, han invadido lugares insondables de nuestros cerebros. Con el desarrollo de la Informática, los alcances de la globalización capitalista, la desaparición paulatina de los Estados Nacionales y la  asimilación de sus funciones por parte de las grandes multinacionales con sus desbordados proyectos expansionistas, los seres humanos hemos ido perdiendo la poca autonomía que nos quedaba.
     A propósito, en un importante ensayo titulado  “La guerra de Cuarta Generación”, el analista político Manuel Freytas (http://www.iarnoticias.com/,manuelfreytas@iarnoticias.com)  escribió en el año 2006:
     “Cuidado, su cerebro está siendo bombardeadoLa cuarta guerra mundial ya comenzó. Mientras Ud. descansa, mientras Ud. consume, mientras Ud. goza de los espectáculos que le ofrece el sistema, un ejército invisible se está apoderando de su mente, de su conducta y de sus emociones. Su voluntad está siendo tomada por fuerzas de ocupación invisibles sin que Ud. sospeche nada. Las batallas ya no se desarrollan en espacios lejanos, sino en su propia cabeza. Ya no se trata de una guerra por conquista de territorios, sino de una guerra por conquista de cerebros, donde Ud. es el blanco principal. El objetivo ya no es matar, sino controlar. las balas ya no apuntan a su cuerpo, sino a sus contradicciones y vulnerabilidades psicológicas. Su conducta está siendo chequeada, monitoreada, y controlada por expertos. Su mente y su psicología están  siendo sometidas a operaciones extremas de guerra de cuarta generación. Una guerra sin frentes ni retaguardias, una guerra sin tanques ni fusiles, donde Ud., es a la vez, la víctima y el victimario”.
     Sin comentarios.
     Por fortuna, dentro del sector consciente, de los libres y autónomos, también han surgido pensadores preocupados por la esclavitud moral e intelectual de sus congéneres y se han propuesto desentrañar las causas, las manifestaciones y consecuencias de la alienación. Uno de ellos, el filósofo y político francés Louis Althusser es conocido por sus aportes en tal sentido. En el texto “Ideología y aparatos ideológicos del Estado” analizó y clasificó todas las instituciones (escuela, familia, iglesia, ejército, medios de comunicación, etc.) utilizadas por el Estado para garantizar su estabilidad mediante la sumisión de la población. Se refiere al aparato escolar de la siguiente manera:
¿Por qué el aparato escolar es realmente el aparato ideológico de Estado dominante en las formaciones sociales capitalistas y cómo funciona?
Por ahora nos limitaremos a decir que:
1) Todos los aparatos ideológicos de Estado, sean cuales fueren, concurren al mismo resultado: la reproducción de las relaciones de producción, es decir, las relaciones capitalistas de explotación.
2) Cada uno de ellos concurre a ese resultado único de la manera que le es propia: el aparato político sometiendo a los individuos a la ideología política de Estado, la ideología “democrática”, “indirecta” (parlamentaria) o “directa” (plebiscitaria o fascista); el aparato de información atiborrando a todos los “ciudadanos” mediante la prensa, la radio, la televisión, con dosis diarias de nacionalismo, chauvinismo, liberalismo, moralismo, etcétera. Lo mismo sucede con el aparato cultural (el rol de los deportes es de primer orden en el chauvinismo), etcétera; el aparato religioso recordando en los sermones y en otras grandes ceremonias de nacimiento, casamiento o muerte que el hombre sólo es polvo, salvo que sepa amar a sus hermanos hasta el punto de ofrecer su otra mejilla a quien le abofeteó la primera. El aparato familiar..., no insistimos más.
3) Este concierto está dominado por una partitura única, ocasionalmente perturbada por contradicciones, las de restos de las antiguas clases dominantes, las de proletarios y sus organizaciones: la partitura de la ideología de la clase actualmente dominante que integra en su música los grandes temas del humanismo de los ilustres antepasados que, antes del cristianismo, hicieron el milagro griego y después la grandeza de Roma, la ciudad eterna, y los temas del interés, particular y general, etc., nacionalismo, moralismo y economismo.
4) No obstante, un aparato ideológico de Estado cumple muy bien el rol dominante de ese concierto, aunque no se presten oídos a su música: ¡tan silenciosa es! Se trata de la Escuela.
Toma a su cargo a los niños de todas las clases sociales desde el jardín de infantes, y desde el jardín de infantes les inculca —con nuevos y viejos métodos, durante muchos años, precisamente aquellos en los que el niño, atrapado entre el aparato de Estado-familia y el aparato de Estado-escuela, es más vulnerable— “habilidades” recubiertas por la ideología dominante (el idioma, el cálculo, la historia natural, las ciencias, la literatura) o, más directamente, la ideología dominante en estado puro (moral, instrucción cívica, filosofía).
Hacia el sexto año, una gran masa de niños cae “en la producción”: son los obreros o los pequeños campesinos. Otra parte de la juventud escolarizable continúa: bien que mal se encamina y termina por cubrir puestos de pequeños y medianos cuadros, empleados, funcionarios pequeños y medianos, pequeño-burgueses de todo tipo.
Una última parte llega a la meta, ya sea para caer en la semidesocupación intelectual, ya para proporcionar, además de los “intelectuales del trabajador colectivo”, los agentes de la explotación (capitalistas, empresarios), los agentes de la represión (militares, policías, políticos, administradores, etc.) y los profesionales de la ideología (sacerdotes de todo tipo, la mayoría de los cuales son “laicos” convencidos).
Cada grupo está prácticamente provisto de la ideología que conviene al rol que debe cumplir en la sociedad de clases: rol de explotado (con “conciencia profesional”, “moral”, “cívica”, “nacional” y apolítica altamente “desarrollada”); rol de agente de la explotación (saber mandar y hablar a los obreros: las “relaciones humanas”); de agentes de la represión (saber mandar y hacerse obedecer “sin discutir” o saber manejar la demagogia de la retórica de los dirigentes políticos), o de profesionales de la ideología que saben tratar a las conciencias con el respeto, es decir el desprecio, el chantaje, la demagogia convenientes adaptados a los acentos de la Moral, la Virtud, la “Trascendencia”, la Nación, el rol de Francia en el Mundo, etcétera.
Por supuesto, muchas de esas virtudes contrastadas (modestia, resignación, sumisión por una parte, y por otra cinismo, desprecio, altivez, seguridad, grandeza, incluso bien decir y habilidad) se enseñan también en la familia, la iglesia, el ejército, en los buenos libros, en los filmes, y hasta en los estadios. Pero ningún aparato ideológico de Estado dispone durante tantos años de la audiencia obligatoria (y, por si fuera poco, gratuita...), 5 a 6 días sobre 7 a razón de 8 horas diarias, de formación social capitalista.
Ahora bien, con el aprendizaje de algunas habilidades recubiertas en la inculcación masiva de la ideología de la clase dominante, se reproduce gran parte de las relaciones de producción de una formación social capitalista, es decir, las relaciones de explotados a explotadores y de explotadores a explotados. Naturalmente, los mecanismos que producen este resultado vital para el régimen capitalista están recubiertos y disimulados por una ideología de la escuela universalmente reinante, pues ésta es una de las formas esenciales de la ideología burguesa dominante: una ideología que representa a la escuela como un medio neutro, desprovisto de ideología (puesto que es... laico), en el que maestros respetuosos de la “conciencia” y la “libertad” de los niños que les son confiados (con toda confianza) por sus “padres” (que también son libres, es decir, propietarios de sus hijos), los encaminan hacia la libertad, la moralidad y la responsabilidad de adultos mediante su propio ejemplo, los conocimientos, la literatura y sus virtudes “liberadoras”.
Pido perdón por esto a los maestros que, en condiciones espantosas, intentan volver contra la ideología, contra el sistema y contra las prácticas de que son prisioneros, las pocas armas que puedan hallar en la historia y el saber que ellos “enseñan”. Son una especie de héroes. Pero no abundan, y muchos (la mayoría) no tienen siquiera la más remota sospecha del “trabajo” que el sistema (que los rebasa y aplasta) les obliga a realizar y, peor aún, ponen todo su empeño e ingenio para cumplir con la última directiva (¡los famosos métodos nuevos!). Están tan lejos de imaginárselo que contribuyen con su devoción a mantener y alimentar, esta representación ideológica de la escuela, que la hace tan “natural” e indispensable, y hasta bienhechora, a los ojos de nuestros contemporáneos como la iglesia era “natural”, indispensable y generosa para nuestros antepasados hace algunos siglos.
En realidad, la iglesia es reemplazada hoy por la escuela en su rol de aparato ideológico de Estado dominante. Está combinada con la familia, como antes lo estuvo la iglesia. Se puede afirmar entonces que la crisis, de una profundidad sin precedentes, que en el mundo sacude el sistema escolar en tantos Estados, a menudo paralela a la crisis que conmueve al sistema familiar (ya anunciada en el Manifiesto ), tiene un sentido político si se considera que la escuela (y la pareja escuela-familia constituye el aparato ideológico de Estado dominante, aparato que desempeña un rol determinante en la reproducción de las relaciones de producción de un modo de producción amenazado en su existencia por la lucha de clases mundial.

     El pensador argentino Ezequiel Ander Egg, analiza con lujo de detalles las múltiples formas de alienación social, enriqueciendo el trabajo de Althuser con la inclusión de las modernas expresiones publicitarias, culturales o artísticas y consumistas, en general, en su obra: “Formas de alienación social en la sociedad burguesa”.
     Con  la siguiente nota Prensa Celarg, de Venezuela, presentó  este científico social el 5 de Febrero de 2009, con ocasión de una conferencia suya acerca de la  Metodología de la investigación social, dictada en Caracas por invitación del  Ministerio del Poder Popular para la Cultura:
     “El sociólogo, ensayista y epistemólogo, luego de analizar diversos aspectos del proceso de investigación, destacó la importancia de la formación de un espíritu crítico en los estudiantes y señaló la necesidad de que esta formación crítica se haga, independientemente de la formación académica.
Este destacado pedagogo también ha hecho aportes teóricos y prácticos al Trabajo Social, sin embargo, asegura que no se identifica con ninguna ciencia. “No es la ciencia lo que me preocupa, sino los seres humanos. Lo más importante no son los estudios, el conocimiento y los títulos que uno puede tener, sino el compromiso social con las personas que son marginadas”, manifestó.
     Ezequiel Ander Egg ha volcado la mayor parte de su obra en trabajos dedicados al desarrollo comunitario. El libro que lo dio a conocer en América Latina fue Metodología del desarrollo de la comunidad, en la década de 1960; no obstante, el autor considera que de sus 166 obras la más paradigmática es “Formas de la alienación de la sociedad burguesa” (1978)…..
Por otra parte, el catedrático enfatizó que uno de los principales problemas de América Latina es la dominación cultural e ideológica y que una forma de mitigarlo es la creación de medios de comunicación propios de cada país, pues las grandes cadenas de medios de comunicación tienen la posibilidad de ejercer tal dominación. 
     Para enfrentar exitosamente esta guerra contemporánea y empezar a construir una democracia de verdad, utopía también vigente, es preciso cambiar los contenidos y los métodos educativos. La educación ha sido utilizada por los gobernantes como uno de los principales medios de alienación social, al lado de la religión y de novísimas y sofisticadas formas de control mental.
     Esto implica la formación de docentes de altísimas calidades en todos los niveles, entendiendo por alta calidad no sólo un vasto dominio cognoscitivo en todas las ramas de las ciencias y las artes sino una acendrada personalidad humanista y democrática, con actitud comprensiva y abierta a la diversidad de caracteres humanos, un experto relacionista. La profesión más exigente debe ser la educación. El educador no puede ser un copiador de libros, un repetidor de esquemas. Los alumnos tienen que aprender a pensar por sí mismos, a resolver inteligentemente sus propios problemas y esto no lo lograrán si carecen de padres y maestros capaces de inducirlos a hacerlo, si no cuentan con padres y maestros hábiles en el proceso de potenciar al máximo las capacidades de sus hijos y alumnos. Entre la familia y la escuela, entre padres y maestros, debe existir un acuerdo metodológico explícito que permita hacer un seguimiento permanente del proceso educativo, de los avances y retrocesos, de los éxitos logrados. Si queremos construir una sociedad democrática e igualitaria tenemos que empezar por superar el atraso educativo.
En 1932, el destacado pedagogo Jean Piaget publicó un libro que ha sido escasamente leído y menos aplicado por los educadores: “El juicio moral del niño”,  en el cual desarrolla el concepto de autonomía, tanto en el ámbito moral como intelectual, finalidad esencial de la educación. Constantin Camii (Implicaciones de la Teoría de Piaget,  Universidad de Illinois, Círculo de Chicago) resume  el concepto de autonomía de Piaget así:
      Comenzaré con una discusión sobre la autonomía moral y la autonomía intelectual, demostrando que las materias académicas se enseñarán de una manera muy distinta si se conciben dentro del objetivo más amplio de la autonomía del niño. Por ejemplo, el maestro trata de transmitir la ciencia únicamente por la ciencia misma, el maestro trata de transmitir datos, teorías y conceptos de actualidad, sin preocuparse de que la instrucción tenga sentido para el alumno. Si, por otro lado, se enseña ciencia dentro del contexto del desarrollo de la autonomía, se hará hincapié en que el alumno encuentre sus propias respuestas a sus propias preguntas por medio de experimentos, pensamiento crítico, confrontación de puntos de vista; y sobre todo, en que todas estas actividades tengan sentido para él…..
      El desarrollo de la autonomía, en resumen, significa llegar a ser capaz de pensar por sí mismo con sentido crítico, teniendo en cuenta muchos puntos de vista, tanto en el ámbito moral como en el intelectual…..
      La autonomía...... aparece con la reciprocidad, cuando el respeto mutuo es suficientemente fuerte para hacer que el individuo sienta el deseo de tratar a los demás como él desearía ser tratado;..... la autonomía moral aparece cuando la mente considera necesario un ideal que es independiente de cualquier presión externa. Por lo tanto, no puede haber necesidad moral fuera de nuestras relaciones con los demás…..
      Si queremos que los niños desarrollen una moralidad autónoma, debemos reducir nuestro poder como adultos, abstenernos de recurrir a premios y castigos y animarlos a que construyan sus propios valores morales. Por ejemplo, el niño tiene la posibilidad de pensar sobre la importancia de la honestidad, sólo si no es castigado por decir mentiras, y más bien, es confrontado con el hecho de que los demás no le creen o no confían en él…..
      Se puede notar un fuerte aumento en el desarrollo de la autonomía durante la adolescencia. La razón para esto es que la adolescencia a menudo permite nuevos tipos de relaciones humanas. Muchos adolescentes pasan horas y días discutiendo nuevas ideas con sus amigos e intercambiando opiniones sobre los puntos de vista de sus padres. Aún cuando los niños son criados coercitivamente, si más tarde tienen la oportunidad fuera de la casa de considerar otros puntos de vista, pueden ser capaces de desarrollar autonomía. Casi ningún niño es criado sin coerción, y todos los niños han debido obedecer por lo menos algunas reglas que no tuvieron sentido para ellos. Sin embargo, en la medida en que tiene la oportunidad de construir reglas por sí mismos, los niños podrán desarrollar su autonomía…..
      Otro estudioso de Piaget, Bravo Peralta Erandi Curi (UNAM, México)  resume las ideas piagetianas de la siguiente manera:
Propone una educación donde el niño forme un desarrollo pleno de la  personalidad humana. La explicación que él da de personalidad está basada en la autonomía, reciprocidad, respeto y compromiso. La educación intelectual pretende que el conocimiento adquirido por los niños, no sea de una manera mecanicista, en donde se enseñen una cantidad de conocimientos, de forma rápida pero sin consistencia….., que el niño comprenda y pueda aplicar su conocimiento de manera general y en otros contextos. La educación moral pretende que los niños en su forma de relacionarse con el maestro y con otros niños, estén regidos por el respeto y la admiración a estos, basándose en sus valores….. En resumen se pretende fomentar el pleno desarrollo de la personalidad humana y el respeto por los derechos del hombre y por las libertades fundamentales…..      
  La educación del maestro es primordial y si se acepta este tipo de aprendizaje, sobre todo por parte de los padres, debe llevar un seguimiento durante toda la educación formal de los niños.”
     El gran psicoanalista y pensador Erich From, 1900-1980, ha ejercido gran influencia en el pensamiento social de nuestra época. Sus obras, faros para la reflexión, deberían ser conocidas y estudiadas por todos los educadores y estudiantes: "El miedo a la libertad" (1941), "El hombre para sí mismo" (1947), "El lenguaje olvidado" (1951), "La sociedad sana" (1955),  "El arte de amar" (1956), "Más allá de las cadenas de la ilusión" (1962), "¿Tener o ser?" (1966) y "La anatomía de la destructividad humana" (1973) son obras que nos permiten escapar a  la enajenación producida por la sociedad de consumo y la omnipotencia del propio Estado, nos ayudan a reasumir esos valores que consideramos tan necesarios en este momento. Leamos unos párrafos de “Tener o ser”, quizás la más pertinente para el tema que nos ocupa.
“LA IMPORTANCIA DE LA DIFERENCIA ENTRE TENER Y SER
      LA ALTERNATIVA entre tener que se opone a ser, no atrae al sentido común.  Parece que tener es una función normal de la vida: para vivir, debemos tener cosas.  Además, debemos tenerlas para gozarlas.    En una cultura cuya meta suprema es tener (cada vez más), y en la que se puede decir de alguien que "vale un millón de dólares", (En inglés de los Estados Unidos, es la manera común de decir que tiene un millón de dólares. [T.]) ¿cómo puede haber una alternativa entre tener y ser?  
       Al contrario, parece que la misma esencia de ser consiste en tener; y si el individuo no tiene nada, no es nadie. Sin embargo, los grandes Maestros de la Vida han considerado la alternativa entre tener y ser como el punto más importante de sus respectivos sistemas.  Buda enseña que para alcanzar la etapa más elevada del desarrollo humano, no debemos anhelar posesiones. Jesucristo enseña: "Porque cualquiera que quisiera salvar su vida, la perderá; y cualquiera que perdiere su vida por causa de mí, éste la salvará.   Porque ¿qué aprovecha al hombre, si se granjeara todo el mundo, y se pierda él a sí mismo, o corra peligro de sí?" (San Lucas 9:24-25).  El Maestro Eckhart enseñó que no tener nada y permanecer abierto y "vacío", no permitir al ego ser un estorbo en nuestro camino, es la condición para lograr salud y fuerza espiritual.  Marx enseñó que el lujo es un defecto, tanto como la pobreza, y que nuestra meta debe consistir en ser mucho, y no en tener mucho. (Me refiero aquí al verdadero Marx, al humanista radical, y no a la falsificación vulgar que presenta el comunismo soviético)
      Durante muchos años he estado profundamente impresionado por esta distinción, y he buscado su base empírica estudiando concretamente individuos y grupos, mediante el método psicoanalítico.  Lo que he observado me lleva a concluir que esta distinción, junto con la del amor a la vida y el amor a la muerte, representa el problema más crucial de la existencia.    Los datos empíricos, antropológicos y psicoanalíticos, tienden a demostrar que tener y ser son dos modos fundamentales de la experiencia, las fuerzas que determinan la diferencia entre los caracteres de los individuos y los diversos tipos de caracteres sociales.”
      Nuestro brillante escritor William Ospina, se formula entre las “Preguntas para una nueva educación” (numero@elsitio.net.co) las siguientes:
     “Es verdad que solemos descargar el peso de la educación en el llamado sistema escolar, olvidando el peso que en la educación tienen la familia, los medios de comunicación y los dirigentes sociales. Hoy, cuando todo lo miden sofisticados sondeos de opinión, deberíamos averiguar cuánto influyen para bien y para mal la constancia de los medios y la conducta de los líderes en el comportamiento de los ciudadanos…..                       
      En nuestro tiempo, el poder del ejemplo lo tienen los medios de comunicación: son ellos los que crean y destruyen modelos de conducta. Pero lo que rige su interés no es necesariamente la admiración por la virtud ni el respeto por el conocimiento. No son la cordialidad de Whitman, la universalidad de Leonardo, la perplejidad de Borges, la elegante claridad de pensamiento de Oscar Wilde, la pasión de crear de Picasso o de Basquiat, o el respeto de Pierre Michon por la compleja humanidad de la gente sencilla, lo que gobierna nuestra época, sino el deslumbramiento ante la astucia, la fascinación ante la extravagancia, el sometimiento ante los modelos de la fama o la opulencia. Podemos admirar la elocuencia y ciertas formas de la belleza, pero admiramos más la fuerza que la lucidez, más los ejemplos de ostentación que los ejemplos de austeridad, más los golpes bruscos de la suerte que los frutos de la paciencia o de la disciplina…..
       A veces me pregunto si la educación que transmite nuestro sistema educativo no es a veces demasiado competitiva, hecha para reforzar la idea de individuo que forjó y ha fortalecido la modernidad. Todo nuestro modelo de civilización reposa sobre la idea de que el hombre es la medida de todas las cosas, de que somos la especie superior de la naturaleza y que nuestro triunfo consistió precisamente en la exaltación del individuo como objetivo último de la civilización…..
      A veces la educación no está hecha para que colaboremos con los otros sino para que siempre compitamos con ellos, y nadie ignora que hay en el modelo educativo una suerte de lógica del derby, a la que sólo le interesa quién llegó primero, quién lo hizo mejor, y casi nos obliga a sentir orgullo de haber dejado atrás a los demás.
     Cuando yo iba al colegio, se nos formaba en el propósito de ser los mejores del curso. Yo casi nunca lo conseguí, y tal vez hoy me sentiría avergonzado de haber hecho sentir mal a mis compañeros, ya que por cada alumno que es el primero varias decenas quedan relegados a cierta condición de inferioridad. ¿Sí será la lógica deportiva del primer lugar la más conveniente en términos sociales? Lo pregunto sobre todo porque no toda formación tiene que buscar individuos superiores, hay por lo menos un costado de la educación cuyo énfasis debería ser la convivencia y la solidaridad antes que la rivalidad y la competencia.
      Por otra parte, hay una separación demasiado marcada entre los medios y los fines, entre el aprendizaje y la práctica, entre los procesos y los resultados. Pero aprender debería ser algo en sí mismo, no apenas un camino para llegar a otra cosa. Diez años de estudio no se pueden justificar por un cartón de grado: deberían valer por sí mismos, darnos no sólo el orgullo de ser mejores sino la felicidad de una época de nuestra vida. Así como a medida que dejemos de vivir para el cielo aprenderemos a hacer nuestra morada en la tierra, a medida que dejemos de estudiar para el grado aprenderemos que la rama del conocimiento y el oficio que escojamos deben ser nuestro goce en la tierra.
      Cada vez que nos preguntamos qué educación queremos, lo que nos estamos preguntando es qué tipo de mundo queremos fortalecer y perpetuar. Llamamos educación a la manera como transmitimos a las siguientes generaciones el modelo de vida que hemos asumido. Pero si bien la educación se puede entender como transmisión de conocimientos, también podríamos entenderla como búsqueda y transformación del mundo en que vivimos.
¿Cómo superar una época en que la educación corre el riesgo de ser sólo un negocio, donde la excelencia de la educación está concebida para perpetuar la desigualdad, donde la formación tiene un fin puramente laboral y además no lo cumple, donde los que estudian no necesariamente terminan siendo los más capaces de sobrevivir?¿Cómo convertir la educación en un camino hacia la plenitud de los individuos y de las comunidades?
      Con ello lo que quiero decir es que nosotros podemos dictar las pautas de nuestro presente, pero son las generaciones que vienen las que se encargarán del futuro, y tienen todo el derecho de dudar de la excelencia del modelo que hemos creado o perpetuado, y pueden tomar otro tipo de decisiones con respecto al mundo que quieren legarles a sus hijos. A lo mejor los grandes paradigmas al cabo de cincuenta años no serán, como para nosotros, el consumo, la opulencia, la novedad, la moda, el derroche, sino la creación, el afecto, la conservación, las tradiciones, la austeridad.”
      El psiquiatra chileno Claudio Naranjo, entrevistado hace poco por otro experto, Alberto D. Fraile Oliver, sintetiza la problemática educativa actual con estas palabras:
      La problemática en la educación no es de ninguna manera la que a los educadores les parece que es. Creen que los estudiantes ya no quieren lo que se les ofrece. A la gente se le quiere forzar a una educación irrelevante y se defiende con trastornos de la atención, con desmotivación. Yo pienso que la educación no está al servicio de la evolución humana sino de la producción o más bien de la socialización. Esta educación sirve para domesticar a la gente de generación en generación para que sigan siendo unos corderitos manipulables por los medios de comunicación. Esto es socialmente un gran daño. Se quiere usar la 
educación como una manera de meter en la cabeza de la gente una manera de ver las cosas que le conviene al sistema, a la burocracia. Nuestra mayor necesidad es la de una educación para evolucionar, para que la gente sea lo que podría ser.
      La crisis de la educación no es una crisis más entre las muchas crisis que tenemos, sino que la educación está en el centro del problema. El mundo está en una crisis profunda porque no tenemos una educación para la conciencia.Tenemos una educación que en cierto modo le está robando a la gente su conciencia, su 
tiempo y su vida. El modelo de desarrollo económico de hoy ha eclipsado el desarrollo de la persona.
      La educación enseña a la gente a pasar exámenes, no a pensar por si misma. En un examen no se mide la comprensión, se mide la capacidad de repetir. ¡Es ridículo, se pierde una cantidad tan grande de energía! En lugar de una educación para la información, se necesitaría una educación que se ocupe del aspecto emocional y una educación de la mente profunda. A mí me parece que estamos presos entre una alternativa idiota, que es la educación laica y una educación autoritaria que es la educación religiosa tradicional. Está bien separar Estado e Iglesia pero, por ejemplo en España, han echado por la borda el espíritu como si religión y espíritu fueran la misma cosa. Necesitamos que la educación atienda también a la mente profunda.
La plenitud la puede vivir sólo  una persona que tiene sus tres cerebros (intelectual, emocional e instintivo) en orden y coordinados. Desde mi punto  de vista necesitamos una educación para seres tri-cerebrados.  Una educación que  se podría llamar holística o integral. Si vamos a educar a toda la persona,  hemos de tener en cuenta que la persona no es solo razón.
      Al sistema le conviene que uno no esté tanto en contacto consigo mismo ni  que piense por sí mismo. Por mucho que se levante la bandera de la democracia,  se le tiene mucho miedo a que la gente tenga voz y tenga conciencia. La clase política no está dispuesta a apostar por la educación.
      El artículo que sigue nos alerta los sentidos para que procuremos encontrar dónde está la verdad,  hoy cuando los medios más nos constriñen induciéndonos a pensar y obrar como ellos quieren, esclavizándonos espiritualmente. Y esta esclavitud es mucho más inhumana que la esclavitud física. “Avram Noam Chomsky  (Filadelfia, Estados Unidos, 7 de diciembre de 1928) es un lingüistafilósofo y activista estadounidense. Es profesor emérito de Lingüística en el MIT (Instituto Tecnológico de Massachusetts) y una de las figuras más destacadas de la lingüística del siglo XX, gracias a sus trabajos en teoría lingüística y ciencia cognitiva. A lo largo de su vida, ha ganado popularidad también por su activismo político, caracterizado por una visión fuertemente crítica de las sociedades capitalistas y socialistas, habiéndose definido políticamente a sí mismo como un anarquista1 2 o socialista libertario.3”  (Wikipedia)  Es en la actualidad el escritor que más obras ha escrito.  Estudió en la Universidad de Pensilvania, donde se doctoró en 1955 con una tesis sobre el análisis transformacional. Lleva 50 años como profesor del MIT.

Noam Chomsky y las 10 estrategias de manipulación mediática

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Vale la pena mencionar, en una pequeña introducción, que estos diez puntos enumerados a la perfección por Noam Chomsky, son y serán, los ejes de control de la elite para con nosotros, o sea, la población.
Hasta que no exista una revolución, un despertar humano en todos sus aspectos (esto incluye el respeto por nuestras capacidades sin menospreciarnos) vamos a continuar siendo manipulados por cúpulas pseudo-fascistas y de sentimientos arcaicos, además de tener que seguir soportando a sus lacayos actuando por simples sueldos en los mentirosos medios de comunicación y, además, en casi todos los partidos políticos de países “democráticos”.

Sin más que decir, vayamos a los diez puntos expresados por  Noam Chomsky.

1.      La estrategia de la distracción 
El elemento primordial del control social es la estrategia de la distracción que consiste en desviar la atención del público de los problemas importantes y de los cambios decididos por las elites políticas y económicas, mediante la técnica del diluvio o inundación de continuas distracciones y de informaciones insignificantes.
La estrategia de la distracción es igualmente indispensable para impedir al público interesarse por los conocimientos esenciales, en el área de la ciencia, la economía, la psicología, la neurobiología y la cibernética.
“Mantener la Atención del público distraída, lejos de los verdaderos problemas sociales, cautivada por temas sin importancia real. Mantener al público ocupado, ocupado, ocupado, sin ningún tiempo para pensar; de vuelta a granja como los otros animales (cita del texto ‘Armas silenciosas para guerras tranquilas)”.

   2. Crear problemas y después ofrecer soluciones
Este método también es llamado “problema-reacción-solución”.
Se crea un problema, una “situación” prevista para causar cierta reacción en el público, a fin de que éste sea el mandante de las medidas que se desea hacer aceptar.
Por ejemplo: dejar que se desenvuelva o se intensifique la violencia urbana, u organizar atentados sangrientos, a fin de que el público sea el demandante de leyes de seguridad y políticas en perjuicio de la libertad.
O también: crear una crisis económica para hacer aceptar como un mal necesario el retroceso de los derechos sociales y el desmantelamiento de los servicios públicos.

3.       La estrategia de la gradualidad
Para hacer que se acepte una medida inaceptable, basta aplicarla gradualmente, a cuentagotas, por años consecutivos.
Es de esa manera que condiciones socioeconómicas radicalmente nuevas (neoliberalismo) fueron impuestas durante las décadas de 1980 y 1990:
estado mínimo
privatizaciones
precariedad
flexibilidad
desempleo en masa
salarios que ya no aseguran ingresos decentes,.…
tantos cambios que hubieran provocado una revolución si hubiesen sido aplicadas de una sola vez.

4.      La estrategia de diferir
Otra manera de hacer aceptar una decisión impopular es la de presentarla como “dolorosa y necesaria”, obteniendo la aceptación pública, en el momento, para una aplicación futura.
Es más fácil aceptar un sacrificio futuro que un sacrificio inmediato.




COLOMBIA, EL PLANETA Y EL MEDIO AMBIENTE

Cambios o desastres
Contribución del maestro JOSÉ ROPERO ALSINA
Una de las principales autoridades ambientales del país, Julio Carrizosa, escribe para Número estas reflexiones sobre Colombia, el mundo y la complejidad de factores que van más allá de miradas simples y planas: «Es trágico enfrentar la complejidad del planeta con ideas que simplifican la realidad; ignorar los límites de nuestro poder se paga con vidas humanas, arriesgarse más allá de lo previsible destruye familias y patrimonios».
 Por Julio Carrizosa Umaña
Fotografías de Cristóbal von Rothkirch
Julio Carrizosa Umaña es ingeniero civil, magíster en Economía y máster en Administración Pública. Fue director del Instituto Geográfico Agustín Codazzi, gerente del Inderena, director del Instituto de Estudios Ambientales de la Universidad Nacional de Colombia y profesor titular de la misma universidad. Es miembro de número de la Academia Colombiana de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales. Autor de varios libros.

Una de las principales autoridades ambientales del país, Julio Carrizosa, escribe para Número estas reflexiones sobre Colombia, el mundo y la complejidad de factores que van más allá de miradas simples y planas: «Es trágico enfrentar la complejidad del planeta con ideas que simplifican la realidad; ignorar los límites de nuestro poder se paga con vidas humanas, arriesgarse más allá de lo previsible destruye familias y patrimonios».
las debilidades de nuestra sociedad se evidencian en las situaciones críticas: cuando nos quejamos de nuestras desgracias y cuando lamentamos las de los demás. En esta primera década del siglo XXI abundan eventos para quejas y lamentos, y nuevamente son notables oportunismos, exageraciones, ineficacias, ignorancias e hipocresías. Creo que una de las principales debilidades surge de nuestra falta de conciencia acerca de las características del país, de los otros países y del mismo planeta en que vivimos. Son posiciones simples que tratan de desconocer la complejidad del mundo, la existencia de interrelaciones y límites, la influencia del azar, así como la necesidad de una aproximación probabilística y adaptativa a la realidad incierta que nos rodea.
Un primer punto que debería tenerse en cuenta es la debilidad de las sociedades humanas frente a la complejidad de la naturaleza. Olvidamos que los hombres somos apenas un pequeñísimo evento en la historia de la Tierra. Según algunos, hace 75.000 años estuvimos a punto de desaparecer por completo del planeta; una sola explosión de un enorme volcán en el lago Toba (Sumatra) dejó vivos a apenas unas pocas decenas de miles de seres humanos. No se trata de que la naturaleza sea maligna o benévola con nosotros, somos parte de ella y somos los que hemos inventado esos adjetivos. La naturaleza no es un ente pensante o moralizante, es un ente de enorme complejidad que apenas empezamos a comprender, por lo que no podemos predecir todas sus acciones.
La serie de sucesos catastróficos que han ocurrido últimamente es muestra de esas faltas de comprensión y de la imposibilidad total de predecir los sismos. El primer evento del siglo, el que más muertos causó, fue el gran terremoto del océano Índico, en 2004; este sismo, que originó tsunamis en varias de sus costas y dejó más de 200.000 vidas perdidas, registró 9,3 grados en la escala de Richter. De ahí en adelante cada año han sucedido cosas semejantes, entre las que sobresalen las siguientes: en el 2005 el terremoto de Pakistán, con 79.000 víctimas, y el huracán Katrina en Nueva Orleans; en el 2006 el terremoto de Java y las sequías extremas de Australia y Sichuan; en el 2008 un sismo en Sichuan causó 61.000 muertes y ese mismo año, en Afganistán, hubo una tormenta de arena gigantesca. En el 2010 se produjeron erupción volcánica en Islandia, el terremoto de Chile y el de Haití, así como las inundaciones en Pakistán, y el 2011 se inició con el terremoto de 9,0 grados en el Japón.
A esta secuencia se agregan los cambios fuertes en el clima entre el 2010 y el 2011 que, curiosamente, coincidieron con el fracaso de las conversaciones internacionales que buscaban posiciones más firmes con respecto al cambio climático. Los factores que inciden en estos cambios son numerosos y no existe consenso en la comunidad científica acerca del peso de cada variable; hay que tomar en cuenta numerosas interrelaciones en los modelos, los cuales son fácilmente atacables por quienes se empeñan en refutarlos. Es necesario considerar no sólo los posibles efectos de los gases producidos por el hombre sino también las tendencias milenarias del planeta hacia el calentamiento o el enfriamiento. En estos años hay que tener presente el enfriamiento periódico de las aguas del océano Pacífico, y en cada lugar no se puede olvidar la variación azarosa de las corrientes de aire y de la evaporación del agua.
Las causas de terremotos, erupciones volcánicas, sequías, tormentas de arena, huracanes, tornados, deslizamientos, hundimientos, avalanchas, aludes, heladas, impactos de meteoritos y demás cambios de la superficie del planeta tampoco son fácilmente identificables y moldeables debido a las características fundamentales de la Tierra y a las dificultades que tenemos para comprenderlas. No es fácil aceptar la complejidad del sitio que habitamos; nos gustaría vivir en un planeta más estable, menos dinámico, con menos modificaciones en el clima y en su corteza, más sencillo y elástico, como una pelota inflable; en síntesis, más manejable. Durante siglos, los humanos se negaron a admitir que la Tierra giraba continuamente alrededor del Sol; hoy todavía es muy difícil convencer a economistas y políticos de que el planeta tiene límites. Es natural, dados los propios límites de cerebros y sentidos humanos; es extraño admitir que lo que nos parece sólido es un conjunto de partículas que giran, es atemorizante comprender que estamos completamente rodeados de radiaciones, de partículas que no vemos, de entes diminutos que flotan en el aire y que pasan a formar parte de nuestros propios organismos.
Cada religión y cada cultura han manejado sus ignorancias, debilidades y temores con fervores y estrategias propias de su historia: Dios está en todas partes, todas las cosas tienen alma, cada elemento tiene un dios responsable por su comportamiento, un solo dios todopoderoso; todo está predeterminado, somos completamente libres, el conocimiento nos salvará, el mercado equilibra todo, la revolución someterá a la naturaleza, los desastres generan crecimiento, etc. Los japoneses muestran frialdad y cordura, los haitianos desesperación y angustia, el presidente de Estados Unidos visita a las víctimas y promete ayuda.
La mayoría de las ideas y estrategias se enfocan en la simplificación del problema y de las soluciones; enfrente del desastre no conviene acentuar la incertidumbre en que nos hallamos, apenas unos pocos hablan del fin del mundo o de un nuevo diluvio. Los científicos muestran que cada caso es diferente, los economistas insisten en que la Tierra es plana. En realidad la corteza, el relieve, los suelos, la vegetación y el clima difieren mucho en el planeta y no conocemos suficiente sobre las causas de estas diferencias. Sólo hasta la década de los sesenta hubo un consenso científico acerca de la tectónica de placas; el gran continente que se separó cuando las placas que lo sostenían se fracturaron y empezaron a «flotar» en diferentes direcciones, chocando entre ellas, montándose unas sobre otras, generando cordilleras y profundidades. Sabemos menos de los fenómenos de niños climáticos que del comportamiento de los niños humanos, lo cual dice mucho. Los eventos sísmicos y volcánicos parecen acentuar la inestabilidad de la cuenca del Pacífico, pero también existen sitios como el Caribe y el sur de Estados Unidos en los que los vientos son especialmente inciertos y fuertes. Hay también regiones más estables, tal vez menos complejas en lo fisicoquímico, como las islas británicas, los valles franceses y alemanes y el noroeste de Norteamérica.
No es extraño que en esas regiones estables y bellas se hayan desarrollado la mayoría de las ideas y de las tecnologías que sustentan la civilización occidental, pero sí es raro que también en sus ciudades se hayan generado las teorías que condujeron a las guerras religiosas y a las guerras mundiales. Parece como si la suavidad del paisaje, las inmensas praderas, los bosques oscuros, los ríos perezosos y azules, la ausencia de volcanes, terremotos, tornados y huracanes, las catedrales inmensas, las plazas plenas de multitudes, la relativa permanencia y tranquilidad de las bibliotecas, hubieran cooperado en la construcción virtual de un mundo simplificado, un planeta plano y sin límites, poblado de gente que maximiza su utilidad personal, cuyo bienestar depende del crecimiento de la economía y que, casi al mismo tiempo, en esas mismas ciudades, los teóricos nazistas y marxistas hubieran reducido la complejidad de la humanidad a unos pocos conceptos manejables desde el Estado.
Muchas de las políticas y la mayor parte de los intereses que hoy se oponen a los acuerdos internacionales para mitigar el cambio climático surgen de ese conglomerado teórico que no reconoce la existencia de límites al crecimiento económico y que trata de reducir la complejidad del mundo a unas pocas variables, manejadas por puñados de empresarios o de líderes revolucionarios; no obstante, hay que recordar también que son pocos los cambios del planeta que pueden atribuirse a las acciones humanas. Enfriamientos y calentamientos, lluvias y sequías, huracanes y tornados pueden ser el resultado del invento de los motores de explosión y las plantas térmicas, deslizamientos y aludes pueden originarse en los intentos de hacer crecer los asentamientos humanos en las montañas, pero nadie ha logrado demostrar aún que los hombres ocasionamos terremotos y erupciones volcánicas.
Otra cosa son los costos de lo que llamamos desastres naturales, y en eso también influye el poder de ciertas teorías y de sus impactos en el comportamiento humano.
La sostenibilidad de la pobreza y de la inequidad, producto del fracaso de las ciencias políticas y económicas, aumenta los costos personales y sociales de terremotos, erupciones volcánicas, inundaciones y huracanes. La gente que se asienta en las planicies que se inundan en forma periódica, las familias que construyen penosamente sus habitaciones en las laderas, en ocasiones no lo hacen por ignorancia sino por necesidad; no tienen más solución que la desdeñada por las personas más pudientes. En algunos países, como en Colombia, coincide una alta complejidad ecológica con una sociedad muy pobre y estrecha, y ambas circunstancias se refuerzan una a otra en procesos sinergéticos que conviene comprender1.
La totalidad de cada país afronta desastres y responde de acuerdo con las características de sus ecosistemas, de sus economías, de sus sociedades y de sus culturas. El conjunto de ecosistemas que llamamos Colombia constituye un sistema fisicoquímico de extrema complejidad, y esta complejidad tiene fundamentos estructurales tectónicos y climáticos. El evento inicial de la formación de nuestro territorio fueron la partición del gran continente; el quiebre de Pangea y el desprendimiento de la placa afrosuramericana en el triásico, hace 180 millones de años, y luego el gran viaje hacia el oriente de la placa de Suramérica, cuando se desprendió de la placa africana y generó un trópico nuevo. Más tarde, en el cretácico, hace 65 millones de años, su aproximación a Norteamérica hasta unirse al istmo en el cuaternario, hace dos millones de años. Estas derivas continentales concluyeron en la confluencia de cinco placas: Suramérica, Nazca, Coco, Caribe y la microplaca de Coiba, convergentes frente a la costa pacífica colombiana, cuyos roces y choques originaron procesos de volcanismo y sismicidad, al igual que el surgimiento paulatino de las tres cordilleras. El territorio que hoy llamamos Colombia fue generado y todavía está afectado por los contactos y reacciones entre esas cinco masas gigantescas que se hunden o cabalgan unas sobre otras, gestando cordilleras y llanuras. Esta situación no es común en el planeta. La mayor parte del territorio de Estados Unidos está sobre una sola placa, únicamente la costa occidental afronta los contactos con la placa del Pacífico.
Al principio, en el precámbrico, hace más de 1.800 millones de años, apenas una pequeña parte del territorio actual, el Escudo Guayanés alrededor de Mitú y algunos tepuyes en el Vichada, sobresalían de la superficie del mar; el resto permaneció sumergido hasta que diferentes procesos tectónicos y sedimentarios hicieron surgir montañas y llanuras. Por eso en las altiplanicies cundiboyacenses se encuentran sales y fósiles marinos. El territorio colombiano tal como lo conocemos hoy se formó durante millones de años entre choques de placas, irrupciones y transgresiones del mar, y erupciones volcánicas. Unas pocas partes son muy antiguas, más de miles de millones de años, como los tepuyes en el Vichada, el macizo de Garzón o el de San Gil; el mar permanecía en el resto, sedimentando el territorio durante millones de años, luego una placa cabalgaba sobre otra, surgía una cordillera y el mar se retiraba para irrumpir nuevamente miles de años después. Estas secuencias se repitieron varias veces hasta lograr la conformación actual, la cual, según los geólogos, continúa modificándose. Por esto nuestro territorio es un «mostrario» de rocas, entre las cuales hay algunas valiosas en el mercado, y es también la razón de que Bogotá «flote» sobre cientos de metros de sedimentos de limos y arcillas.
A la geología se agrega el clima como factor de incertidumbre. La posición del territorio colombiano, entre los paralelos 4º sur y 18º norte y los meridianos 66º oeste y 84º oeste, lo mantiene sujeto al enfrentamiento de los fenómenos climáticos determinados tanto en el hemisferio sur como en el norte y tanto en el océano Pacífico como en el Atlántico. La Zona de Confluencia Intertropical se traslada anualmente sobre nuestro territorio, separando los vientos alisios del noreste de los vientos alisios del sureste; los huracanes generados en el Caribe apenas tocan a Colombia, pero su influencia pesa en la conducta de las precipitaciones en casi todo el territorio. Los patrones de precipitación de lluvia se modifican según las corrientes oceánicas calientan o enfrían el océano Pacífico. Si nuestro territorio fuera plano estas modificaciones en el clima serían más predecibles, pero aquí los eventos tectónicos dividen en tres la cordillera de los Andes, cada ramal con su propio carácter geológico, diferentes los tres en antigüedad y en orígenes. Al elevarse las montañas interfieren los vientos, originan humedades, convierten nubes en lluvias. Las frecuentes irregularidades de la cúspide de cada cordillera pueden ocasionar sequías y aguaceros en valles y laderas, haciendo casi imposible la predicción de los climas locales.
La estabilidad de las montañas de este conjunto es muy baja2; gran parte de la cobertura de la cordillera Oriental es una mezcla deslizante de arcillas fracturadas y alteradas, cubierta en algunos sitios por una estrecha capa de cenizas volcánicas proveniente de la cordillera Oriental, donde dominan las rocas ígneas y metamórficas. En el mundo hay 500 volcanes activos y 38 de ellos se encuentran en Colombia. En el país se conocen siete áreas de extrema sismicidad; pequeños sismos, apenas detectados por los instrumentos, parecen ser responsables, en parte, de muchos deslizamientos. En estas regiones se han asentado la mayoría de los colombianos
Clima y geología son algunas de las causas de nuestra megabiodiversidad y también de la diversidad de los ecosistemas —más de tres centenares— que conforman el territorio. Humedad y calor facilitan millones de interrelaciones entre suelos, plantas y animales. Hay buenas razones para decir que Colombia se fundó sobre uno de los espacios geográficos más complejos del planeta.
Para enfrentar esa complejidad no hemos logrado construir una sociedad capaz de adaptarse. Las estadísticas nos continúan diciendo que somos uno de los países menos equitativos del planeta, que solamente 34.000 personas se atreven a declarar que tienen más de $1.000 millones de capital y que apenas 1.300.000 declaran renta. Desde hace varios años, se envía una muestra de bachilleres a participar en las pruebas internacionales de educación y hasta ahora siempre hemos estado entre los últimos. La mayor parte de las actividades culturales y científicas se concentran en las cuatro ciudades principales, y cada año sólo obtenemos unas pocas patentes frente a los cientos y miles que obtienen otros países. En lo económico y lo cognitivo constituimos una sociedad extremadamente simple, en la que quienes toman las decisiones importantes son muy pocos y casi siempre pertenecen a los mismos grupos sociales. En lo estrictamente cultural es diferente, los novelistas y poetas colombianos se leen y aprecian en otros países, tenemos un premio Nobel, y varios pintores y escultores son cotizados en el mercado internacional; además, hay cantantes y deportistas de fama mundial, algunos colombianos han tenido éxito en empresas internacionales…
Esta sociedad colombiana, simple en lo económico y lo científico y brillante en lo cultural, tiene que enfrentarse continuamente a uno de los conjuntos de ecosistemas más complejos del planeta y que tratamos de ver en forma sistemática, con lentes que lo desfiguran y simplifican. Desfiguraciones y simplificaciones que pueden servir de imágenes buenas para el mercado empresarial y turístico, pero que en la realidad pueden conducir a errores muy costosos para los colombianos que no conocen bien su propio país o que no tienen otra opción que seguir esas falsas orientaciones. Me refiero a las simplezas que tratan de reducir nuestra complejidad física a una enorme riqueza en recursos naturales o nuestra complejidad cultural a un hervidero de pasiones. También las simplezas de propios y extraños, que nos reducen en lo social a violencia y corrupción.
Es trágico enfrentar la complejidad del planeta con ideas que simplifican la realidad; ignorar los límites de nuestro poder se paga con vidas humanas, arriesgarse más allá de lo previsible destruye familias y patrimonios. Las sociedades que desdeñan las advertencias científicas y tecnológicas y que no proporcionan alternativas seguras a los más pobres —como la colombiana— se acercan a la insostenibilidad. Para evitar más desastres, es necesario que cambiemos.

Notas
1.  Ver Julio Carrizosa, Colombia: de lo imaginario a lo complejo, Bogotá, Idea, Universidad Nacional de Colombia, 2003.
2.         Ver Antonio Flórez, Colombia: evolución de sus relieves y modelados, Bogotá, Universidad Nacional de Colombia, 2003.





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