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viernes, 29 de julio de 2011

¿Cuando se es viejo?

Por Camilo J. Ropero






Muchas nos dicen a los jóvenes que aprovechemos al máximo la más hermosa etapa de la vida porque es fugaz y pasa en un abrir y cerrar de ojos. Esta sentencia hace ver a la juventud desde el punto de vista de la edad, pues es cierto que se llega a  los cuarenta años y parece que sin darnos cuenta. Pero la juventud puede ser vista como una etapa de la vida o como un estado mental.

Cuando digo que la juventud es un estado, no tomo en cuenta la edad, sino la parte psicológica de la persona y su forma de concepción de la vida. Una persona es joven cuando posee un espíritu vital, emprendedor, innovador, y con deseos de continuar viviendo. Los años pueden pasar y hacerse notar físicamente, pero si esa actitud para afrontar la vida está presente, podemos sin lugar a dudas creer que esa persona es joven todavía. Hay casos muy particulares y paradójicos. En nuestra nueva sociedad existen muchos personas que pese a tener corta edad tiene su espíritu y expectativa de vida de gente adulta, y por el contrario hay personas con avanzada edad y con espíritus de  personas jóvenes. Estos ejemplos son  una clara muestra de que la edad no tiene nada que ver en el desarrollo de la juventud, y esta puede perdurar si es posible hasta la muerte siempre y cuando se mantenga la mente pensando de esa manera.

Es cierto que ha de llegar un momento en que por más que se quiera optar por una mentalidad juvenil la edad no nos lo permite, pues ya nuestro cuerpo no responde a las actividades que la mente pretende que realice, pero creo que para que esto suceda la edad debe estar muy avanzada, yo la estimo desde los ochenta años en adelante.

Entonces cuando una persona pierde ese espíritu vital, ese positivismo ante el devenir de la vida, cuando pierde su sentido de admiración, de creatividad, de humor y de seguir en la búsqueda de imaginarios se puede afirmar que la persona está envejeciendo, así sea un niño de nueve años  o un adolescente de veinte.

Nosotros debemos en este momento hacer una reflexión profunda acerca de cómo estamos percibiendo la vida, y si poseemos un espíritu joven –que es el que debemos mantener– o un espíritu de viejo, el cual debemos comenzar a cambiar de inmediato y así buscar la anhelada felicidad que todo ser humano desea.

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